El Gran Sueño
Vol. I: La Búsqueda
Web: http://anahimendez.wix.com/egs-labusqueda
Vol. I: La Búsqueda
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-Capítulo IX-
Retorno
1
El recinto lúgubre y de exuberantes paredes, hacía de la
habitación un lugar frío. Olor añejado se esparcía por el amplio ambiente. Para
iluminar el salón, velones azules colocados en grandes candelabros de bronce
gastado por el paso de los siglos, del alto techo colgaban tres. Y después,
ubicados por diferentes lugares, más de cien. En el centro de la habitación,
había una larga mesa tapada con un mantel de seda beige, y rodeándola, veinte
sillas con respaldos altos de madera finamente tallada. Adornando el salón,
estatuillas de gárgolas de rostros truculentos. En las paredes colgaban
extensas cortinas, no para tapar ventanas porque allí no había, sino como
banderolas. Sentado en el trono ubicado en un pedestal al otro extremo del
recinto, estaba un hombre de pesados años. Tenía una vista panorámica de todo
el espacio. Vestía una túnica marrón abotonada delante con botones plateados,
que lo cubría de hombros a pies. El cabello blanco, lo llevaba corto y
prolijamente peinado con ralla al costado. El rostro arrugado y el cuerpo,
aunque machacado por el paso de los años de su larguísima vida, podía erguirlo
con una autoridad que atemorizaba a todo ser. Se trataba de un anciano de
personalidad arrogante y de ojos vivaces color azul, con los que habían visto
muchas cosas durante miles de años.
El lugar permanecía silencioso hasta que
las altas y pesadas puertas se abrieron. El anciano se puso de pie tomando el
gran bastón de su lado, su báculo. Veía entrar a paso vivo a dos caballeros.
Vestían cotas de los tiempos medievales, grabadas en el pecho con una figura
idéntica a la del estandarte colgado sobre el trono: un pentagrama invertido
color dorado. Al llegar a los pies del pedestal se detuvieron.
Como siempre, los soldados lo
reverenciaron.
-
¿Qué noticias tienen? -
preguntó el anciano. Ambos se miraron, y supo que estaban nerviosos - ¡Vamos,
hablen de una vez!
El parado a la derecha habló – Mi Señor,
las noticias no son muy alentadoras… - y no dijo más.
-
¡Hablen! – les ordenó en un
grito.
El parado a la izquierda empezó - Se
rumorea por las zonas que el enemigo está tomando fuerza,
Señor… - tragó saliva - . Pero… mjm… nadie los ha visto.
-
¿Cuáles son las fuentes? –
les preguntó.
-
Con nuestro grupo, hemos
hecho una visita a las Brujas del Sur - contestó el soldado rápido -. Han visto
al enemigo volando en las aves gigantes.
-
Sí, están moviéndose en Ripul. Prosigan.
-
La Elfa, mi Señor, la Elfa
Áskemul comunicó sobre su encuentro con los misioneros de Túkmuney.
-
¡Pero por qué no me lo han
informado al instante! La Elfa… claro, ella debe haber ido por su pequeño hermano - dijo dándose la vuelta
-, él estaba con ellos, estoy seguro… -.
Después tomó un sorbo de la copa servida con vino posada en el apoyabrazos del trono, y sin dirigirles la vista de
nuevo, les preguntó a sus hombres sombra - ¿Un
tiempo antes que llegara estuvo ella presente, no es así?
-
Eso es lo que ha informado,
mi Señor – contestó certero el de la izquierda.
Por sobre el hombro los miró y dijo -
¿Algo más?
-
Estem…
-
¡Algo más!
-
Por el momento no, mi Señor…
-
¡Mjm! Nada demasiado útil –
y luego sintió al miedo de sus hombres
sombra recorrer por sus
cuerpos, eso significaba más poder para él. Volteó y les fijó los ojos, mientras, abandonado su postura de anciano, alzaba el
báculo y, con la otra mano los señalaba. Les
habló imponiendo su voz – ¿Así que eso es todo? ¡Inservibles!
Ustedes me deben la vida a mí, a su Amo, y no son capaces de retribuirme como se debe. ¡Váyanse! Lacras, escorias
humanas – y los vio salir corriendo, estaban
repletos de miedo.
Se
rio por lo bajo, porque lo cierto era que le fascinaba infundirles miedo. Al
fin de cuentas, era el resultado
correcto por poseer sus almas. Un fantástico hechizo el poseedor de almas, y sencillo para los magos verdaderos como él,
para magos avanzados. Le dio otro
sorbo a la copa, y sin dejarla en el apoyabrazos, bajó del pedestal y se puso a
caminar a lo largo. Mientras, pensaba… (Maldito Túkmuney, te me has adelantado…
¡Esa niña es increíble, ja! – Y sonrió soberbio - Yo la sentí, pude sentirla, esa magia, ¡ese
poder…! Oh… magnífico, solemne; si regresaras a tu hogar, con los tuyos, ¡oh
sí, grandes cosas haríamos, inolvidables…! – Y se puso serio – Pero la realidad
es distinta, te han educado con inmundas tradiciones, estás con ellos y te han
usado, ¡malditos!). En eso lanzó la copa de vino haciéndola estrellar contra la
pared, resonó el cristal quebrado. Estaba enfurecido, se sentía humillado; él,
el gran mago Óctubeus, el Mago de los Magos, el que pudo asesinar a Zilti,
embaucado por un mago del montón. Túkmuney estaba jugando primero las cartas,
el muy ladino pudo saber desde un principio, y ahora estaba tramando para
cambiar el curso de la historia. Y todo por ese Zilti, el mago Blanco defensor
de la roña, que lo educó y le mostró su profecía.
Estaba
al tanto de cómo se iban desenvolviendo las cosas. Desde que Sorpish y Rom se
hicieron presentes trayéndole el cuento del combate en el desierto, movilizó
sus recursos y las pistas no paraban de encajar: el grupo unido, el Elfo Marakzamet
se alista al equipo, las Brujas del Sur
los ven surcando el mundo en Ripul,
luchan contra sus guardianes y matan a uno, después la Elfa Áskemul casi los
vence, pero no, ¡no! Ellos siguen con su objetivo… esos jovencitos del mundo de
los hombres comunes. Se habían tomado la dedicación para cooptarlos, pensaba, y
ahora los tenían. Pero si sólo pudiera ubicarlos todo volvería a su cauce, y
sus planes se iban a llevar a cabo sin estorbos, pensó. Si sólo hubiera llegado
un minuto antes, ¡un maldito minuto antes!, todo estaría resuelto.
Ahora
volvió a sentarse en su trono, se relajó sobre el gran respaldo y pareció
tranquilizarse. Pues sí, al fin y al cabo, él, Óctubeus, la había creado, y… de
tal palo tal astilla.
2
Flotando, sentía estar flotando como entre lienzos aterciopelados,
pero no lo eran. Más bien asemejaba ser un espacio sin límites que se
contorneaba hacia un lado y hacia otro, que la hacía mover cual una pluma. No
sentía el peso del cuerpo. Un lugar suave como los algodones, iluminado por
ráfagas de luz que centellaban de tanto en tanto. Estaba tranquila, y aunque
raro, no sentía dolor físico. Y pensó - ¿estoy muriendo? Así se siente la
muerte al fin y al cabo, ¿era así…?
No, porque en realidad era consciente de
lo sucedido, y en ningún momento sintió morir, o sea, ninguna agresión tan
dañina para causarle la muerte, entonces, ¿qué era esto, dónde estaba?,
cuestionó mientras flotaba suave en aquel sitio etérico.
3
-
Está despertando, debemos
aterrizar – dijo Simploy al Ripul que
las transportaban.
Escucharon el pio del animal y las tres
aves comunicaron a Ewon la urgencia. Ella le informó a su
acompañante, Marakzamet, y él aguzó la vista para divisar un sitio adecuado.
4
-
Me han encerrado… esos. Cómo
es posible. Sabían de mí, saben del fuego… Quiénes son. Siento no sentirme,
estoy flotando, ¡qué lugar tan cómodo! Es extraño, no hay nadie, sólo yo, aquí
suave, tranquila... Bienestar – divagaba Samy adormecida - ¿Dónde estoy?
Y en
eso empezó a entreabrir los ojos, y el reflejo le pinchó la vista cual
alfileres - Ay, ay – gimió llevándose las manos a los ojos. Y usándolas de
gafas, fue abriéndolos más y más hasta que se le acostumbraron. Y vio de nuevo
a esos, a los que la habían venido a buscar y la habían capturado.
Quiso
ponerse de pie, pero le fue imposible, sintió todo el cuerpo pesado, sin fuerzas. De nuevo, apoyó bien las palmas en
el suelo y haciendo un esfuerzo considerable, se ayudó con las piernas para
conseguir ponerse de pie, pero nada, estaba muy débil como nunca antes.
Naturalmente, un pánico le erizó la espalda; tenía a esos secuestradores en
frente mirándola, examinándola, y no podía moverse.
-
¡Hola señorita Samy! – entendió decirle la que la había encerrado en la esfera
de aire, con la que había estado peleando hace… se dio cuenta que había perdido
la noción del tiempo. La chica esta le
habló en otro idioma, pero comprendió todo lo dicho, como antes – Se debe estar
sintiendo sin fuerzas, por favor, no se asuste, no le haremos nada malo. No
pretendo que me crea y confíe en nosotros ahora, ya, pero tarde o temprano sé
que se sentirá a gusto – y le sonrió. Por un instante, sintió un regocijo
indescriptible, esa había sido la sonrisa más hermosa que había visto en su
vida, al menos fue eso lo que sintió. Los demás también charloteaban, pero a
ellos no los pudo entender. Se esforzó
un poco y reconoció que hablaban en castellano, sí, era el idioma que
hablaban sus padres y tíos cuando estaban juntos, sí, ellos hablaban así.
-
Señorita Samy, le haría bien beber agua, tome, beba – la chica, que tenía el
pelo de color blanco y los ojos ¿violetas, no verdes ni brillantes? sí, sí,
eran violetas, le ofreció una cantimplora. La aceptó, y cuando la primera gota
de agua le tocó la lengua, dio cuenta de la sed. Y bebió mucha agua, riquísima
agua, agua, agua, agua, pensó mientras, sin poder evitar chorrearse hasta el
cuello, bebía. Y le siguió hablando – Le hará muy bien, el Fuego la ha dejado
en un estado calamitoso. Ha hecho algo muy bueno por sí misma, señorita Samy,
logró hacer retroceder al Elemento Fuego en el éxtasis de su manifestación.
¡Qué bueno! Sino ahora no podría estar hablándole, porque estaría muerta. ¡Me
alegra tanto que lo haya impedido! – y una vez más le sonrió, sintió calidez y
tranquilidad. Cuando sació su sed, se empezó a sentir un poco mejor, al menos
no le temblaban las extremidades y la transpiración fría desapareció. Y esta
extraña chica la ayudó a sentarse más cómoda, le colocó unas bolsas detrás para
que apoye la espalda, y después, brindándole el hombro como sostén, pudo
sentarse en posición india.
Miró
a todos los demás, y ahí estaban esos tres que se le habían metido en la cabeza
y la habían obligado a reprimir al fuego. ¿La habían obligado, era cierto eso?
Algo le daba a entender que no, ¿serían sus caras inocentes? No, más bien era
que sentía ser comprendida. Al mirar a cada uno, entendió que ellos tres la
habían ayudado a no morir. Después estaban los otros, muy raros. Los miró de
arriba abajo, y por cualquier lado eran raros, no eran como los tres chicos. No
parecían gente común, tampoco policías… ¿quiénes eran, qué eran? Y se le pasó
una pregunta por la cabeza - ¿Qué soy yo? – Atinó, sin saber bien por qué, a
mirar a la chica de ojos violetas, y descubrió ser comprendida, no tuvo que
decirle ni una sola palabra, sólo fue un intercambio fugaz de miradas - Por
ello la hemos ido a buscar. Nosotros tenemos esa respuesta – interpretó en
palabras. Notó en todos sonrisas, pero no burlonamente, sino que se trataba de
sonrisas amigables. Hace vaya a saber
cuánto tiempo los había enfrentado en la covacha, sí, recordaba: habían
aparecido cuando sus compañeros cayeron y se desató el combate, luego, cuando
se estaba quemado y estaba a punto de estallar, pudo volverlo atrás (con la
ayuda de los tres chicos), cayó al suelo, y mientras iba perdiendo el
conocimiento y escuchaba que hablaban cerca de ella, esa chica la encerró en la
esfera. Y ahora, después de un profundo sueño, desmayo o algo por el estilo,
despertaba en un lugar desconocido, vulnerable, y ahí los mismos sujetos…
parados mirándola, y contentos. Una parte de ella todavía a la defensiva,
atención y miedo, pero por otra parte (la inentendible), le mostraba una
posibilidad de entablar una relación. Pues entonces, ¿quiénes eran, qué
respuesta exactamente tenían para ofrecer?
Esa
chica extraña se agachó hacia ella, le tocó las mejillas con las palmas, y le
dijo – No es momento de charlas, es mejor que descanse y recobre energía. Sé,
lo sé, no hace falta que hable – dijo al
momento que estaba por decirle que quería saber quiénes eran, qué había
ocurrido después - . Sólo para que ahora se quede tranquila le doy mis
disculpas por las formas abruptas con que la hemos tratado antes, no se volverá
a repetir. Pero tenemos un motivo importante por el cual debemos traerla con
nosotros, ¿si? No podíamos dejarla allí, ¡y menos mal que llegamos a tiempo,
señorita Samy! Menos mal… - suspiró, fue convincente si lo que quería aparentar
era preocupación - . ¡Bueno, pero basta! Tómese un descanso, el que necesite, y
nosotros de mientras nos acomodaremos para pasar el día. Cualquier cosa me
llama, ¿bien? – le brindó otra de esas sonrisas tiernas. Se quedó callada y
aceptó la propuesta, al menos de momento no tenía otra alternativa.
Vio
como la chica que le leía la mente (increíble, pero ¡sí, era eso!) fue con los
otros, les dijo algo, y se pusieron a hacer cosas. Los dos hombres, o uno de
ellos y el otro que parecía serlo, limpiaron muy rápido el terrero y armaron
una tienda de campaña. Después, la que leía la mente y la otra mujer estaban un
poco más lejos sentadas sobre una tela verde, parecía que preparaban comida.
Divisó a los tres chicos, no los vi muy
ocupados, más bien parecía todo lo contrario; sentados en una loma, la chica
sacaba de un bolso un bollo, los otros dos le decían algo con la voz un poco
alta. El más alto de los dos varones
también escarbó dentro del bolso, la chica le dio una palmada, él cesó la
búsqueda, y ella misma sacó un recipiente que levantó como un trofeo al mismo
tiempo que se ponía de pie. Y entonces, vio como los tres juntos caminaban
directo hacia ella. En frente, le dijeron algo que no entendió bien, pero
parecía un saludo, y pronto, la chica abrió el recipiente, una cacerola con
tapa, mostrándole unos bocadillos. Le dijo algo, pero no la entendió, y movió
la cacerola en gesto dado. Al ver esos bocadillos se le abrió el estómago, pero
¿y qué si estaban envenenados? En fin, pensó, si antes no lo habían hecho, no
era algo muy lógico matarla ahora con comida envenenada. Es así que tomó uno y
comió, eran bocadillos de papa, y estaban bastante ricos, con sal serían
estupendos. Cuando lo terminó, puso atención para ver si le ocurría algo raro,
si le daban calambres, retorcijones, nauseas, falta de aire, o cualquier otro
indicio de envenenamiento, pero no, nada de eso pasó.
Los
tres chicos ya se habían sentado a su lado formando una rondita, la cacerola en
medio y también una cantimplora con agua. Ellos también estaban comiendo los
bocadillos de papa. Decidió agarrar otro, examinó los cinco que quedaban, y
tomó el más apretujado casi deshecho. El chico más robusto, sentado en frente
de ella, le ofreció agua después de darle un sorbo. También lo tomó y bebió un
buen trago. Y en eso le dijo algo que no entendió, se hablaron entre ellos, y
el otro chico los calló y le dijo con toda claridad - ¿Hablas inglés? -, ella
le entendió al instante, y pensó que al menos con uno podía intercambiar
algunas palabras… y sacar información.
-
Sí, hablo inglés.
-
¡Oh, qué bueno! Yo también,
¡bah! Solía hablar en inglés hasta que me fueron a buscar a mi casa,
soy de los Estados Unidos. Acá está Ariel y es argentino, y ella es Zatí de Tanzania, sabe algo de inglés también, pero
tiene un acento que no se entiende claramente.
¿Cómo te sientes? – dijo en inglés.
-
Mmm… no sé. Depende a lo que
te refieras.
-
Claro, ¡claro! Te entiendo,
¡ja, ja, ja! Digo si estás mejor a cuando te despertaste, al menos tu cara
tiene más color, eras un papel.
-
Ah, sí. Un poco mejor – y
pensó que era adecuado decirlo – Gracias por la comida y el agua.
-
No es nada… es lo que
podemos ofrecer, no tienen muy buen gusto, pero llenan. Los cocina Ewon, que es
la mujer alta, la que está preparando provisiones con Simploy – y el chico le indicó a cada una.
-
Ah… la que me quiso dar el
palazo en la cabeza…, están buenos, al menos no es revoltijo de la basura.
En eso habló el otro chico en tono un
poco quejoso, el que hablaba en inglés con ella le contestó algo, y le dijo –
Ariel dice que no entiende nada y que es aburrido así, dice que traduzca lo que decís, ¿está bien?
-
Me da lo mismo – vio cómo
les comunicaba lo que ella había dicho a los otros dos, y continuó.
-
Bueno, em… ¿Samy, no? ¿Ese
es tu nombre? Al menos Simploy nos dijo que…
-
Sí, soy Samy. ¿Cómo lo
saben? – vio cómo les traducía al castellano sus palabras.
-
Simploy nos lo ha dicho,
ella sabe de antemano el nombre de cada uno de nosotros. Sabe de dónde somos,
dónde vivíamos, a dónde nos tenía que ir a buscar, y sin GPS ni nada por el
estilo, ¡eh! ¡Ja, ja, ja!
-
¿Y cómo, cómo puede saberlo?
¿Quién es? ¿Y ustedes, quiénes son? – él les tradujo a los otros dos y notó que
se miraron serios. La chica dijo algo haciendo gestos como si afirmara y diera
pie a contestar.
-
Emmm… mira, Samy. Nosotros
podemos decirte sólo algunas cosas. Como a ti, nos han ido a buscar a nuestras
casas o, bueno perdón, a nuestros lugares. Aparecieron un día y nos dijeron un
par de cosas que nos hicieron dejar todo e ir con ellos. “Ellos” son Simploy,
Ewon, Marakzamet y Agoth o los raros, como más te guste… Mucho, mucho de ellos
no conocemos, alguna que otra cosa por convivir, por pasar los días y meses con
ellos, de escuchar anécdotas y esas cosas, pero básicamente han sido enviados
por un mago para que nos busquen a nosotros cuatro.
-
¿Un mago? ¿Lo dices en
serio?
-
Sí, Samy, un mago. Digamos
que… em… bueno, tú has hecho cada cosa con el fuego que la existencia de un
mago no es ahora tan increíble, ¿o estoy errado?
-
No lo sé… sigue, no importa.
-
Bueno, el primero al que han
encontrado fue Ariel, después vinieron por mí que soy Logan, luego hemos ido
por Zatí, y tú eres la última del grupo. Por lo que han dicho ya estamos completos. Ahora estaríamos regresando
a la cueva del mago este que nos quiere, o
algo así, ¿no? – miró a los otros dos. El llamado Ariel le dijo un par de cosas, y Logan prosiguió – Sí, nos
llevarán con el mago, se llama Túkmuney y es
el padre de Simploy. Ellos lo respetan mucho, hablan maravillas del mago este, pero bueno, nosotros no conocemos
nada de él, sólo de palabra.
-
¿Y por qué nos han buscado?
¿Qué quieren de nosotros?
-
Excelente pregunta, ¡es lo
que todos nos hemos preguntado y nos seguiremos preguntando hasta
saberlo con certeza! – los otros dos asentaron con la cabeza, tenían los rostros animosos – Ellos dicen que nosotros
cuatro somos los Cuatro Portadores de los
Elementos de la Naturaleza con mayúsculas, y bueno… la verdad es que cada uno ha tenido algo que ver con alguno.
Ariel con la Tierra, Zatí con el Agua, yo con
el Aire, y tú de más está decir, con el Fuego.
-
Un momento… ¿ustedes también
son capaces de manejar un elemento?
-
Bueno… lo que se diga
manejar, manejar, no. Tú nos has dejado perplejos, eres impresionante, ¡ja,
ja, ja! – los demás también sonrieron – Pero se nos han, como ellos dicen, “manifestado”.
-
Aja… ¡pero mira qué
interesante se ha vuelto esto…! – dijo perdiendo la vista.
En eso escuchó la voz de Logan y vio la
palma de su mano pasar por delante de sus ojos - ¡Samy,
Samy!
-
Sí, sí. Es que pensaba… ¿y
para qué demonios nos quieren?
-
Con certeza no lo sabemos,
pero juntos pensamos algo: la Paz Mundial, nos buscaron para lograr la paz de
todo el mundo.
-
¿Que qué, la paz mundial?
¿Lo dices en serio?
-
No sé, digo, no lo sabemos
bien. Nos han dicho cosas como vencer al mal, develar la verdad, lograr la paz
para todos los seres, y cosas por el
estilo…
-
Perdón, pero ¿ustedes están
seguros de estar con estos tipos? No sé, sólo por mi experiencia, utilizan
modos raros y violentos. Nos han raptado y…
-
Samy – interrumpió Logan -
nosotros hemos visto cómo estos tipos lucharon usando magia, sí magia, para
salvarnos de otros tipos que aparecieron de la nada y pusieron las cosas
bastante, bastante, complicadas. Al parecer existe otro grupete de gente que no
está del lado de ellos, sino en contra. Al parecer ellos son los “buenos” y los
otros los “malos”, y como dice Ariel “¡posta que sí!” nunca nos han hecho daño
y demostraron hasta ahora ser muy buena gente, ¡de verdad! ¡Si no qué piensas,
qué somos unos tarugos masoquistas! No, no. Algo hay en esta gente para que
sigamos a su lado.
En eso la chica, Zatí, le dijo algo en
inglés, era cierto, tenía un acento muy cerrado - Samy, estás donde tienes que
estar. Mira, cuando vinieron por mí sentí miedo, pensé que eran el Demonio que
venía a buscarme por haber hecho brujería. Pero resultaron ser unas personas
magníficas. Yo sé que todos nosotros, o sea, nosotros cuatro, dentro nuestro
sentimos algo especial, algo que nos hace estar acá.
-
Mira Zatí, no sé ustedes,
pero a mí me han secuestrado…
-
¿Y qué ibas a hacer si no
íbamos? Morir, a la corta o a la larga, morirías, porque tú, yo, Ariel y
Logan, lo sabemos muy bien: cuando sacaste al fuego de ti casi mueres, ¿o no es cierto? Dímelo.
-
Era muy probable… sí, puede
ser, casi exploto o algo así, me sentí muy mal. Nunca antes en todas las veces
que recurrí al fuego, desde el primer día en que apareció, lo sentí así. Por
ese lado, les debo una – y les brindó una sonrisa inesperada- . Pero lo que yo
les digo es que no me metan en la misma bolsa, pues yo no quise acompañarlos,
ustedes capaz sí, pero no era mi intención estar aquí, ahora, con todos
ustedes. Si estoy es porque la que lee la mente – y escuchó a Zatí y a Logan
decirle al unísono “Simploy” – me encerró en una bola de aire cuando desmallé,
y punto – vio que ambos, traducían a Ariel sus palabras, él les dijo algo y fue
Logan quien le explicó.
-
Dice Ariel esto: los tres
entendemos muy bien lo que nos dices, ¡de verdad, de verdad, de verdad! A
nosotros tres no nos tuvieron que encerrar en esferas de aire ni nada de eso,
porque aceptamos de nuestra parte partir con ellos, pero siempre nos
mencionaron que si nosotros no aceptábamos por nuestra cuenta, de todos modos
nos debían llevar con ellos. Parece raro dejar tu casa, dejar todo lo que te
rodea, lo que te es habitual, para irte con unos extraños salidos de un cuento
de fantasía – hizo una pausa para escuchar de nuevo a Ariel, y prosiguió - .
Pero no somos como cualquier otro, nos pasan cosas raras, hacemos cosas fuera
de lo común, entonces, démonos la oportunidad de completar este viaje para
descubrir, no tanto quiénes son ellos, sino quiénes somos nosotros.
La dejó pensando. Desde el incendio se
preguntó, primero, por qué había ocurrido el desastre, y las veces
subsiguientes, empezó a cuestionar su propia identidad. Si estos chicos no se
equivocaban, los extraños sabrían darle esa respuesta. ¿Y si no? Si estaba con
un grupo de maniáticos y todo era una patraña para que se mantuviera tranquila
sin traerles problemas. Era todo muy extraño; comenzando por ella misma. En
tanto, lo más conveniente sería estar con ellos, ya sea porque todavía tenía el
cuerpo hecho trizas, porque no sabía bien dónde estaba, o porque necesitaba
obtener más información. A parte no tenía a quién recurrir, si bien los vagos
eran sus compañeros y le ayudaban a rebuscársela, tampoco eran las personas más
adecuadas para solucionar este tipo de embrollo.
-
Esto es lo que podemos decir
– le dijo Logan. Y luego se acercó la mujer, sin el bastón, les habló y Logan
tradujo – Pregunta si te puedes poner de pie, Samy, porque haremos una reunión
para darte la bienvenida.
-
¿Una reunión?
-
Sí, ¡bueno, convengamos que
no somos muchos!, pero suelen decir hacer
una reunión a compartir un rato todos juntos, charlar un rato, y eso.
Hizo el intento, llevó el torso hacia
delante, se puso en cuclillas y haciendo fuerza contra el
suelo, pudo incorporarse. Sintió un mareo, y las piernas le temblaban. Sentía tener la presión por los tobillos. Entonces, sin
pedir permiso ni referirse a ella, la mujer
alta se agachó hasta igualar su altura ofreciéndole su cuerpo de sostén. Aunque la miró de re ojos despectivamente, aceptó,
y entrecruzando brazos, fueron caminando despacio con los demás hasta el lienzo
que yacía sobre el pasto. Vio dispuesto
frutas, pedacitos de carnes, unos zumos de naranja, y las cantimploras. El que
parecía un hombre, la que leía la mente, y el otro
hombre más joven ya estaban alrededor sentados
sobre el suelo; los chicos también se acomodaron y la mujer que la ayudó a dar esos pasos, la ayudó igualmente a tomar un
lugar entremedio de Logan y Zatí, para después
ir a sentarse junto al muchacho y la que leía la mente. Y en eso, le pareció ver tres figuras gigantescas detrás de la mujer
alta, puso atención, pero nada, entonces pensó
que los ojos le habían jugado una mala pasada, porque aunque más estable, el dolor de cabeza persistía dificultándole la
concentración. Además, después de llamaradas,
luces, burbujas de aire, y ese extraño sitio en el que había estado flotando,
no le pareció muy raro ver fotogramas impregnados en
la retina de sus ojos.
Todos la saludaron, otra vez.
Sonriéndole y mencionando su nombre movieron la mano. Sin dar muchas vueltas,
todos empezaron a comer, al tiempo que hablaban. A su lado, Logan hacía de
traductor – Por ahora nada importante, dicen que les gusta la comida. Agoth,
que es el que se encuentra al lado de Simploy, la que lee la mente, dijo que él
preferiría las carnes con pimientos, y nada, está explicando con lujos de
detalle la preparación. En cuanto hablen de algo más interesante, te diré – y
la miró directo a los ojos - . Come, también es para ti, que no te dé
vergüenza.
Animada, no dudó un segundo más en
agarrar un pedazo de esa carne. En sus últimos tiempos comer carne era todo un
lujo, y más si no estaba en proceso de descomposición. Y recordó el último
pollo que había compartido con sus amigos, los vagos de la covacha… le parecía
que habían transcurrido diez años desde aquello. ¿Cuántos días habían pasado en
verdad? Trató de sacar la cuenta, en vano, le era imposible ubicarse en espacio
y tiempo. Y pensó en la posibilidad de que todo estaba siendo parte de un
intenso sueño, de esos donde uno siente como si se tratase de la realidad, de
esos sueños largos donde los escenarios no cambian rápidamente. Sueños en donde uno se encuentra compartiendo un
rato con gente desconocida haciendo cosas que no guardan una coherencia total,
de pronto en los sueños se está de camping en medio de una pradera inhóspita,
como era este el caso. Pero la comida sabía tan deliciosa… en general si soñaba
comer, nunca había llegado a sentir el gusto de los alimentos, y la mayoría de
las veces despertaba antes de probarlos. Y bueno, qué más da, por ahora su
conciencia estaba aquí compartiendo un picnic con gente fuera de lo común.
Dentro de todo no estaba tan mal, la comida muy buena, el clima agradable, y
nada de peligro, al menos de momento, pensó por último, antes de haber
escuchado la explicación de su captura y de abandonar la teoría del sueño.
5
El lugar divisado por Marakzamet había sido el predilecto. Una
pradera de pastizales tiernos, lejos de la población, y de buen tiempo. Para
cuando iban a ser cinco días desde la partida de Newcastle, esta era la primera
parada en tierra firme. Desde entonces, habían volado sin descanso surcando el
Océano Pacífico. Justo cuando iba a ser mediodía, Simploy dio cuenta que la
señorita Samy estaba por despertar, alertó a sus compañeros, y aterrizaron en
una isla poco poblada y con buen espacio para pasar desapercibidos, cuestión de
fuerza mayor, y más aún después de haber sentido la energía de Óctubeus cerca
de ellos; si se hubieran demorado nada más que un minuto… trágico, demasiado
trágico sería ahora su pasar.
Antes de continuar de regreso a la
caverna, eran merecedores de una reunión: si todo salía bien, la misión
encomendada por Túkmuney, estaba cumplida. Y un detalle sumamente importante
para el cometido era la unión, por ello decidieron tomarse un descanso para
componer energías, y también, para asociarse con la última integrante de la compañía.
Y cuando estuvo todo el grupo en ronda compartiendo del almuerzo, después de
algunos comentarios sin trascendencia y promediada la comida, se dio el momento
para aclarar las dudas de la Portadora Fuego. Alertándola, Logan la codeó
diciéndole que abriera bien las orejas y ponga atención, porque le iban a
hablar.
Para entablar una buena comunicación, en
base a que Samy aún no hablaba castellano, Simploy se esforzó posibilitando el
diálogo entre las mentes de cada uno, y todos oyeron – Espero se esté sintiendo
más cómoda, señorita Samy. Al menos tiene mejor semblante, nos alegramos – vio
a la última integrante dejar de beber el zumo de naranja y mirarla colocando el
mentón bajo - Bien, aprovecharé este grato momento para comunicarle algunas
cosas importantes, que de seguro aclararán algunas de sus preguntas. En el caso
que quiera decirnos algo, no tiene más que pensarlo intensamente y yo
transmitiré a todos - . Sin saber bien por qué, Samy reaccionó mirando a Logan,
y él marcó que sí. Simploy miró a cada uno, en especial a los protectores que
le dieron pie para empezar cuando afirmaron gesticulando con un movimiento de
cabeza. Sin más, habló mentalmente – Señorita Samy, sé que algo ya le han
comentado sus compañeros Logan, Zatí y Ariel. Pero para dejar las ideas bien en
claro, prefiero relatarle algunos detalles.
-
¿Cómo puedes hablar a la
mente de la gente? – pensó Samy interrumpiendo el discurso de Simploy.
-
Porque he desarrollado la
facultad de la telequinesia – le
contestó.
-
¿Cómo, cómo puedes? – insistió.
-
Le contaré, pero a su
tiempo, antes es necesario que sepa y entienda por qué el Fuego se le
manifiesta, y se quite el peso de la muerte de su familia, pues usted no es una asesina, ha sido un accidente – Simploy vio la
mirada de Samy dirigirse hacia abajo
reflejando tristeza - . Señorita Samy, necesito que preste atención – en eso ella levantó la mirada - , ¿bien?
Seguramente ya se ha dado cuenta que nosotros
no somos policías. Entendemos sus razones para prejuzgarnos
como tales, yo sé que era perseguida por ellos desde que huyó de la comisaría cuando fue por ayuda luego de la primera
manifestación, ¿pues cómo lo sé? Bueno,
digamos que dispongo de una fuerte conexión con cada uno de ustedes cuatro que son los Portadores de los Cuatro
Elementos de la Naturaleza.
-
¿Cómo es eso? – pensó su
pregunta Samy.
-
Usted, al igual que ellos
tres, desde el momento que fue engendrada en el vientre materno lleva en su
cuerpo al Elemento Fuego, debido…
-
¿Por qué, cómo es eso? –
cuestionó.
-
Debido a lo que se llama un
árbol de la vida o la historia genealógica, ustedes cuatros tienen la capacidad
de guardar, de cuidar, de transportar generación tras generación, a los Cuatro Elementos, por ello mismo,
son ustedes los Portadores – vio sus caras
atónitas, porque el dato era una novedad para los cuatro - . Este tema es bien complejo, pido el favor de seguir con el
relato, para poder hablar un poco de cada
aspecto.
No hubo interrupción. Continuó hablando
a las mentes de sus compañeros – Mi padre, el mago
Túkmuney, nos ha encomendado la misión de reunir a los Cuatro Portadores, buscar a cada uno y llevarlos con él. Como le
dije antes, yo puedo sentirlos. Desde el
momento en que han tenido sus manifestaciones yo les he visto en mi mente.
Y supe sus lugares de residencia, y así pudimos ir
encontrándolos - . Sin necesitar hacer gestos
con las manos, fue presentando a todos – Todos nosotros, Agoth, Ewon, Marakzamet y yo somos fieles a la Magia Blanca, y deseamos
develar la verdad a la humanidad para dar fin
al Gran Sueño. Somos fieles a Túkmuney, mi padre. La paz mundial es una consecuencia- . Sintió un profundo pensamiento de
Ariel.
-
Simploy, ¿contra quién
luchamos? Hablan de magia blanca, ¿existe la negra? ¿Quiénes son?
-
Sí, existe la Magia Negra,
aunque no es exactamente igual a lo que se les enseña a los hombres del mundo común peo no me gusta
utilizar este término, digamos, a todos los humanos que viven en el mundo del
que ustedes eran parte, no es precisamente esto, pero tiene relación. La madia
negra es una magia muy poderosa, capaz de manipular mentes y mentes y mentes,
capaz de infundir miedo, capaz de hacer que el Mundo actué de determinada
forma. Son sus representantes nuestros más acérrimos enemigos, y no por
capricho o cosas que no valen la pena. Mi padre nos ha enviado en su búsqueda
para que ellos, los de la Magia Negra, no los capturen a su beneficio. Si esto
pasara no habría vuelta atrás.
-
Es interesante lo que nos
cuentas – escuchó pensar a la señorita Samy -. Digamos que luchamos contra el
Mal, porque la manera en que nos pintas las cosas, bueh, es lo que
aparenta…
-
Sí, exactamente. Luchamos
contra el Mal.
-
Bien, ¿y cómo estamos
seguros nosotros que no mienten, que no son ustedes el Mal, por ejemplo?
Pienso, nada más…
La señorita Samy, aunque con dolor de
cabeza, reflexionaba. Y le gustaba el intercambio generado
– Es una buena pregunta la suya – en eso intercedió el pensamiento calmo de Ewon.
-
¡Hola Samy, soy Ewon!
Entiendo tu resentimiento a mí, es lo más normal, yo también lo tendría –
y Samy vio sonreírle - . Me ha cautivado tu pregunta. Cuando era niña se me presentó la misma disyuntiva: ¿qué
era el mal y el bien, cómo podía uno estar
seguro de ello? He optado por el bien, porque las ideas que lo definían tendían a la solidaridad, no sólo entre
amigos, sino entre cada uno de los seres
vivientes, porque el bien representa a cada vida, sin distinguir entre especie, entre aspecto, entre capacidad, sin hacer de
la diferencia una razón que justifique la
dominación. Por ello tiende a fomentar la paz. Sin embargo, ¿por qué no pensar en optar por el mal? Ante todo, siempre he
odiado las atrocidades que el humano en tanto
apariencia de súper especie comete sobre los animales, eso siempre me causó unos sentimientos fuertes de
repulsión, odio, tristeza e impotencia. Crecí
un poco y me di cuenta que no lo comete sólo sobre los animales, sino sobre las plantas, las rocas, el agua. Y
cuando crecí un poco más, supe que el Mal es el representante de esta
insignificante jerarquía de especies que justifica
hasta que el Humano crea que dentro de los humanos hay algunos que tienen el Don de la Magia y por ello están capacitados para
manipular a todos y a todo, cimentando un
mundo de penas y egoísmo atroz. Desde pequeña no me gustó identificarme con esos valores, he preferido los del
bien, y por eso mismo, opté por juntarme con
los seres que también se identifican con mis mismos valores, con los mismos principios. Ahora me gustaría
preguntarte a ti, Samy, Portadora del Elemento
Fuego, ¿por cuál optas?
-
Miren, todos, he vivido en
carne propia el desprecio de la gente, que te traten como a una bestia, la
discriminación. Yo no maté a mi familia, nadie me lo ha creído. Los vagos con
los que he vivido hasta ahora, no me lo echaban en cara, porque cada uno
también llevaba sobre su espalda un pasado devastador. Ustedes han sido los
primeros en decir que yo no he matado a mi familia. Son raros, medios locos,
pero las cosas que me han ocurrido en los últimos meses han superado cualquiera
de mis sueños más fantasiosos. Si esto es lo que soy, si me ha tocado llevar al
Fuego, si fuera esta la realidad, después de tanta calamidad, al menos, me
gustaría ser parte del bien.
-
Pues esta es la realidad,
señorita Samy – transmitió Simploy – Como ya le he dicho a los demás señores
portadores, aquí no hay trampa, esto es lo más real que les ocurre en sus vidas
desde que han nacido. Si resulta fuera de foco, es porque hasta ahora han
vivido dentro del mundo falso, de ese mundo inventado para crear una existencia
mediocre y triste.
Y en eso, impetuosos y elegantes, al
lado de Ewon se dejaron ver los tres Ripul.
En eso, aparecieron
unas aves gigantescas de plumaje rosado jamás vistas; esas tres figuras fantasmagóricas que Samy había divisado fugazmente
ahora se materializaron. Resonaron al unísono
sus tres voces en las mentes de todos – Portadora Fuego, somos lo que los humanos llaman Ripul,
cooperamos con la misión. Hemos decidido dejarnos ver ante tus ojos, confiamos en ti. Tristeza nos da
comunicarles que deben finalizar la reunión,
todos debemos continuar hacia la caverna. Las sombras se acercan.
-
¡Oh, maldición! – gritó
Simploy. De la mismísima nada, hizo aparecer un gran frasco transparente y, al
compás de sus susurros la energía que los rodeaba comenzó a adentrarse en él.
Al mismo tiempo, todos los demás, menos Samy, juntaron el pic- nic, y
desarmaron la tienda de campaña. Bajándola a tierra, Logan le habló elevando la
voz – Samy, ahora nos iremos de aquí, al parecer los otros se acercan, por eso
estamos juntando las cosas. ¿Vienes?
-
Sí.
De un instante a otro, sintió el apretón
de la sudorosa mano de Logan sobre su derecha, y un envión
hacia arriba. Sin esperarlo en lo más mínimo, se vio arriba de una de estas extrañas aves, delante de ella Logan, a su espalda
Zatí, y cerrando la fila, estaba también
Ariel. Todo fue rapidísimo, y al ver cómo la tierra se alejaba, volando sobre
un ave gigante terminó por desterrar la apelación del sueño. Nunca volaba, en sus sueños, ella nunca volaba.
6
Habían transcurrido ya siete meses y medio desde la incorporación
de Samy. Para entonces, continuaban con la tenaz travesía a la caverna en donde
Túkmuney los estaría esperando impaciente. Ahora era un hermoso día, un cálido
aire les rozaba los rostros. Aunque las vicisitudes no habían sido las más
alentadoras para facilitar la relajación de la portadora fuego, ya que el
peligro venía pisándoles los talones jornada tras jornada, lograron crear
relaciones sociales.
En un día de aquellos, fueron alcanzados
por las llamadas sombras mientras
hacían una de las paradas. El aire se había puesto denso, las nubes empezaron a
cerrarse cubriendo toda luz diurna, y sintieron un terror subiéndoles desde los
tobillos, a través de la columna hasta la coronilla. Se reunieron todos
rápidamente en el punto de encuentro, y entonces, cuando iban a partir, un
manto de oscuridad los cegó. Junto a los píos alarmantes de los Ripul, escucharon ecos quejumbrosos a su
alrededor.
-
¡Mantengámonos donde
estamos! Nadie salte al suelo. Ripul,
tranquilos, tranquilos, por favor – oyeron imponerse entre tinieblas la voz de
Simploy.
-
¿Qué ocurre, qué está
ocurriendo? – exclamó Zatí asustada.
-
Tranquilos, todos
tranquilos, por favor… - pidió al grupo la maga.
-
Simploy, ya sabes que estoy
dispuesto a dar la vida – valerosa fue la voz de Agoth.
-
No será necesario, Agoth –
le respondió ella en un hilo de voz.
Y
fue cuando empezaron a sentir manos tocándoles el cuerpo, eran frías. A la par,
el balbuceo de quejidos le surcaba los oídos. Un remolino de oscuridad fue
encerrándolos, al mismo tiempo, vieron lo que ese remolino contenía: cuerpos
mórbidos de rostros cadavéricos y expresión sufrida, danzando en espiral una y
otra vez - Ahaha… - emitían en voces trémulas. Y fue el día en que los
portadores escucharon por primera vez al mismísimo Óctubeus – ¿Pero miren qué tenemos aquí? Si son nada más
y nada menos que las pícaras ardillitas – y los cuatro sintieron un miedo
indescriptible, lo que fuera, no era bueno, la bondad no asusta de esa manera -
¿Se han divertido? Pero bueno, lamentablemente debo comunicarles que este es el
fin del juego – en eso la oscuridad se fue en cima del grupo cual red de pesca,
y las sombras agarraron a todos, inclusive a los Ripul, con dientes y uñas. ¡Oh, cómo dolía! Sentían estar
aprisionados por desgarradoras tenazas - ¡Simploy, qué haces con estos mierdas!
– Escucharon decir a Óctubeus, entre los gritos y jadeos – Debes venir con los
tuyos – afirmó severo. Y Simploy le respondió - ¿Pero qué es lo que dices? Esta
es mi gente, este es mi lugar, ¡jamás los abandonaré! ¡Jamás!
Tan rápido e increíble se desenvolvieron
los acontecimientos. Simploy se encendió desprendiendo un brillo sin igual que
despejó la oscuridad reinante. Los cuerpos quejumbrosos fueron alejándose
progresivamente la luz crecía. Ya libres de las garras de la sombra, el grupo
miró a Simploy, ella estaba con el rostro fruncido y apretaba los ojos en señal
de fuerza. Flotaba elevándose del Ripul
unos dos metros estilizando el cuerpo y arqueando la espalda hacia atrás.
-
¡Vamos, termina con este
circo! – escucharon decir a Óctubeus.
-
Sí, pero cuando nos dejes –
con toda seguridad respondió Simploy.
Entonces, Óctubeus contraatacó recreando
el gran remolino de sombras mórbidas, pero la maga blanca también actuó. Desde
ambas manos lanzó a borbotones cascadas resplandecientes, luego, comenzó a
girar en sí misma logrando expandir los rayos como si fueran hélices. Acudiendo
en su ayuda, Ewon alzó el báculo con la piedra del gran Zilti a modo de
reflector para potenciar la luz de Simploy.
Al fin y al cabo, las sombras
desaparecieron, y el grupo abandonó ese lugar.
Atravesados por este contexto no hubo
mucho tiempo para dedicar al ocio, sus jornadas en tierra firme se reducían a
cargar agua, satisfacer sus necesidades fisiológicas, comer de las provisiones,
haciendo lo posible para no demorar más de lo requerido. En tanto, si llegaba a
haber charla, en general se daba en los Ripul
(aunque debido a las circunstancias, el
vuelo era de lo más veloz dificultando las conversaciones), o mientras pasaban
efímeros momentos en tierra.
Restando poco camino para llegar con su
padre, Simploy dio cuenta que entre tanto traqueteo, todavía no había leído esa
página recomendada el día en que el viaje comenzó. Pero era comprometido
desenfundar el libro, justo ahora con tanto peligro persiguiéndolos. Dejó pasar
dos meses más.
Ese día había amanecido radiante, el
cielo bien despejado, y el verano de las regiones ecuatoriales de América les
daba cierto regocijo. Además, iban a ser ya tres días sin ser perseguidos, y
aparentaba seguir así de tranquilo. Haciendo cuentas, faltaban veinte días para
cumplirse un año desde la salida de la caverna, y desde las primeras
manifestaciones, y poco más de medio año viajando los ocho íntegros, sin contar
los tres Ripul, a los que le debían
la vida. Descendieron entrados en zona selvática como rayos. Desempacaron los
bolsos, para entonces livianos y desinflados, y sin tomar mucha distancia los
unos de los otros, hicieron sus cosas para despejarse un rato. Se dio el día,
así, cuando la maga blanca conoció la profecía.
7
De su bolsa sacó el libro. Luego de quitarlo de su funda, comenzó
a hojearlo, hecho que atrajo la atención de su compañero más cercano. Marakzamet miró atento. Entonces, Simploy encontró
finalmente lo que buscaba: el capítulo veinte.
La joven comenzó a leerlo para sí: - La
Profecía de los Elementos Primordiales - decía
como título.
“Años
vendrán en que la paz será caos cuando el Agua envuelva, el Fuego queme, el
Aire invada y la Tierra eleve.
Unos
pocos conocerán.
Cuatro
serán los que protejan desde siempre al futuro. Cinco serán el futuro. Serán
pocos los Numerosos y algunas las Vueltas. Numerosos serán los elegidos por el
único nuestro para llevar la luz a los cuatro. Vueltas serán los regresos de
los Durmientes que habían huido lejos del Hombre.
Uno
será la esperanza, tres serán la fuerza, cuatro y cinco serán el futuro, único
nuestro será el camino, los Durmientes serán la ayuda.
El
futuro se envuelve y se quema y se invade y se eleva cuando la luz llena a
Todo.
Magos de la Caverna”.
La había leído. Cerró el libro y lo
guardó en su funda aterciopelada; con la mirada perdida pensó
y repensó esas frases escritas por los
antiguos magos. Y ensimismada, no estaba escuchando los llamados de Marakzamet
- ¡Simploy, Simploy! - decía ya en voz más alta el Elfo, hasta que la hizo
volver de otros tiempos en donde los magos
evocaban la profecía.
- Oh, perdóname Marakzamet - dijo de repente.
- Pensé que te habías ido lejos - le respondió más tranquilo.
- Algo así ocurrió, amigo - dijo ella con la voz más suave que de
costumbre -. He leído… - y se detuvo -. Perdóname, es que es algo que mi
padre me ha confiado sólo a mí, Marakzamet,
disculpa, no puedo comentar esto - y guardó ahora el libro en el equipaje.
- Si él ha decidido lo que me dices… - dijo Marakzamet nada más,
pero para su adentro tenía casi la certeza de lo que trataba. No podía mentirse
a sí mismo, esa información le causaba mucha curiosidad, pero no era el momento
ni el lugar más indicado para preguntar más. Pensó – En tanto lleguemos a la
caverna, muchas dudas serán saldadas. Si se trata de lo que creo, confío en el
entendimiento de Túkmuney y podré entrar a la caverna, si es él tu verdadero discípulo, quedará demostrado. Zilti… Zilti… ¡gracias por comprenderme! – después de mirarla un instante, se
sentó a su lado, y permanecieron en silencio.
Lo cierto es que la profecía no paró de
rondarle por la cabeza a Simploy, sintiendo cada día
más ansiedad por llegar a la caverna, a su hogar, porque ahí había nacido y estudiado. Ahora, luego de haberla leído, era una
necesidad personal llegar a casa y preguntar a
su maestro, a su mismo padre.
Ahora bien, los cuatro jóvenes habían
perdido la noción del tiempo, y se sentían más muertos que vivos: no veían la
hora de llegar a esa prometida caverna, porque aparte de palabras
esclarecedoras, los otros les habían contado que allí estarían a salvo,
tranquilos, donde podrían comer, dormir a su gusto, y asearse. Ya habían
empezado a olvidar la sensación de dormir sobre una cama, un lugar blando,
suave y, sobre todas las cosas, estable, nada de sacudidas, ni de comer plumas,
o vértigo. Después de tanto tiempo, escucharon a Agoth decir “estamos cerca” mientras charlaba con
Ewon, los cuatro se miraron felices, si bien casi no tenían el ánimo para dar
un alarido, surgió tomarse enérgicamente de las manos en señal de vitoreo. Más
entusiasmados, por ejemplo Samy y Ariel estando echados al suelo, se sentaron,
y entre los cuatro charlotearon un rato. Aunque imposible no hablar del viaje,
del deseo por llegar a esa caverna, y del peligro asechando, lo curioso fue el
recuerdo extraído por Samy. Sin ser capaz de precisar la fecha, les comentó
sobre un chat raro que tuvo después de la manifestación (pues cuando contaban
anécdotas, los portadores medían en relación antes o después del
suceso). A raíz del recuerdo, descubrieron la primera relación entablada entre
ella y Logan, porque dieron cuenta, haciendo conexiones con el relato de Samy,
que habían chateado entre ellos. Todo cerraba, desde los nicks hasta la manera de expresarse, y el tiempo transcurrido. Los
dejó pensando a los cuatro, ¿cuestiones del destino?, no lo sabían, pero algo
mágico era, término reiterado últimamente en sus charlas. Medios colgados, pero
sin perder el júbilo, vieron a los demás venir con ellos, y lo escucharon de
manera oficial - Bueno, estuvimos analizando, y resta poco para llegar a la
caverna – les dijo Simploy.
-
¿Saben cuánto, más o menos?
– consultó ahí mismo Ariel.
-
Y… en teoría en tres días
deberíamos estar. Si no surge ningún percance, sí, ese es el plazo adecuado –
explicó Agoth.
-
No lo puedo creer… - suspiró
Logan, mientras se arrojaba de espaldas a la hierba.
-
¡Ja, ja! Estamos todos muy
entusiasmados también – dijo alegre Ewon -. Pero bueno, deben saber… bueno,
díselos tú – y dio pie a Simploy.
-
Bueno, es importante que
sepan antes de llegar que nunca deben decir sobre la caverna. Nunca deben dar
detalles, aunque parezca una tontería lo que digo, es algo de mucha confianza y
muy importante.
-
Bien – contestó Logan.
-
No es algo para tomar a la
ligera, ¿si? Por favor, por lo que más amen en el mundo, no hablen con
nadie del lugar, nunca se sabe a oídos de quién puede llegar la información, y no cualquiera es bienvenido, ¿sí,
ha quedado claro?
-
Sí – contestaron juntos
los portadores, para esos tiempos,
aunque sin ser una experta, Samy ya estaba más familiarizada con el
castellano.
-
No lo olviden, por favor.
Gracias – les sonrió dulce Simploy.
Todo continuó bien. Dando por finalizada
la estadía, limpiaron la zona de rastros y dispusieron todo para continuar. Así
fue - ¡Pues vamos! - exclamó Ewon, y en un instante los Ripul ya habían desaparecido a toda velocidad.
8
Dos intensos días volando entre matorrales de la espesa selva del
sur, que gracias a la dama Ewon, superaron sin mayores riesgos zonas donde
cualquier entrometido es presa fácil, claro está, sin mencionar la oscura
energía siguiéndolos día y noche. Pero ahora, después de arduos meses viajando
por el mundo, bastaban metros no más para que la caverna abriera su puerta
dándoles refugio. En tanto los Ripul
venían a todo vapor surcando vegetaciones, llegó el momento en que Simploy lo
dijo - ¡Ahora, ya! Los tres hacia la izquierda, luego sigan derecho, el
manantial es ilusión, ¡atraviésenlo!
-
¡Cuidaaaado! – gritó
estrepitosamente Marakzamet, porque la había sentido, justo en un momento como
este, la energía de Áskemul vibraba por doquier - ¡No, no lo hagan, no aún!
¡Áskemul miraaa!
-
¿¡Cómo!? – gritó Simploy, al
unísono con Agoth y Ewon.
9
Entonces Áskemul les lanzó su gélido grito - ¡Los tengo! – dijo
regocijada, pero…
10
Los Ripul jugaron el as
de forma sublime; siendo animales, mágicos, pero animales al fin, se
anticiparon creando una realidad paralela en la visión de la Elfa. Mientras ellos, en realidad, tomaron el camino de la izquierda
(el correcto), para los ojos de Áskemul iban
yendo hacia la derecha, y fue a sus réplicas a quienes terminó atacando.
Surcaron el manantial cual relámpagos, y
ahí se toparon con un estrecho sendero, y en el final, una cueva gris con una
puerta hundida de roble. Las aves aterrizaron, los viajeros descendieron con
sus equipajes. Todos se las quedaron mirando desde abajo impresionados.
-
¿Han sido ustedes, verdad? –
preguntó rompiendo el silencio Marakzamet. Las aves piaron y agitaron las alas
en señal de respuesta. Y el Elfo las reverenció – Mi vida es su vida – les dijo
a los ojos.
-
Fantástico… ¡por completo
genial! – Exclamó Ariel - ¿Era tu hermana, no, Marakzamet? Casi nos atrapa,
pero los Ripul nos salvaron, ¿pasó
eso, no?
-
Así como lo dices, Ariel.
Gracias a los Ripul, la hermana de
Marakzamet no nos ha capturado y no ha encontrado el paso a la caverna. Aunque
sabe de la zona, puede pasar una era hasta encontrar el paso – le contestó Ewon
mirando por un momento atrás, hacia donde habían entrado, y la Elfa no estaba
ni cerca. Luego se dirigió a las aves – Muchas gracias, sabios Ripul.
Entonces la puerta se abrió y apareció
un anciano; estaba Túkmuney. En eso, Simploy fue a él a
paso vivo – Padre, aquí estamos todos con los Cuatro Portadores de los Elementos Primordiales – le dijo en voz baja- ,
fatigados, pero sanos y salvos – y calló.
Mudos y quietos, los jovencitos casi
temblaban de los nervios, ¿habían llegado, el viaje ya había terminado? El
anciano que había salido de la cueva los miraba desde allí, haciéndoles
sentirse inspeccionados. Y escucharon a Ewon decir al grupo, que aguardaba
parado mirando cómo Simploy charlaba con el viejo del otro lado del sendero –
Llegamos… al fin y al cabo, estamos - . Los cuatro portadores intercambiaron
miradas, todos, incluso Samy, mostraron júbilo. Luego escucharon a Agoth decir
– Sí. Bueno, vayamos yendo – y cargándose sus bolsas al hombro, caminó hacia
adelante. Ewon también lo hizo, agarró
su equipaje y avanzó. En tanto, Marakzamet y los Ripul se quedaron ahí mismo. Ni Agoth ni Ewon dieron la vuelta como
esperando ser seguidos.
-
Vayan con ellos – les dijo
Marakzamet.
-
¿Y ustedes, por qué no van?
– preguntó Zatí.
-
Nosotros iremos luego –
respondió el Elfo, y agregó - , vayan tranquilos.
Pero antes de ser ellos mismos los que
vayan, el viejo llamó a todos. Lo miraron, estaba alzando un brazo indicándoles
que se acerquen – Vengan para aquí, ¡vamos, vamos! – los portadores fueron
caminando juntos - . Ustedes también, Marakzamet, Ripul, ¡acérquense!
Sin más, las aves y el Elfo fueron con
el grupo. Todos, ya, frente a Túkmuney en el portal de la caverna de los magos,
él les dio la bienvenida - ¡Compañeros, felicitaciones por el trabajo! Una vez
más la unión hizo la fuerza. Quiero que sepan lo feliz que me siento, para mí
también es algo emocionante verlos a todos aquí reunidos – y de pronto el viejo
echó a reír - ¡Lo sabía…! - repitió tres veces – Todos estos días he pensado en
ustedes, y las esperanzas no me han abandonado. Confié en que lo lograrían – y
se dirigió a las aves - ¡Oh… los magníficos Ripul!
Gracias por su cooperación y confianza, – luego al Elfo – Marakzamet,
bienvenido al grupo, has demostrado tu valor y tus principios.
-
Túkmuney, el agradecido soy
yo – y le reverenció.
-
¡Oh, déjate de payasadas!
Nada de reverencias, no es necesario – contestó Túkmuney gesticulando - . Te
has doblegado a tu familia, ya el gran Zilti lo dijo: “él es diferente”. Gracias por brindar tu ayuda – ahora
habló a Ewon y a Agoth -. No está de más dedicarle mis más sinceras
felicitaciones, han sido valientes e inteligentes,
compañeros míos.
-
Gracias por los elogios – le
dijo Ewon.
-
Siempre es un placer – le
dijo Agoth.
Por último, antes de brindar el paso al
interior de la caverna, habló a los portadores, quienes miraban a Túkmuney
atentos: era un señor muy anciano de rasgos indígenas, casi sin cabello, un
viejo encorvado, vestido con una larga túnica color naranja con vivos verdes ardiente y que se
sostenía con un largo bastón de madera semejante a un delgado y rizado tronco.
Así es que el anciano se les acercó, y cuando los tuvo bien cerca les dijo -
Ustedes…- los miraba - , ustedes están aquí, aquí junto a nosotros… - hizo una
pausa para tomar aire -. Tantos años he aguardado este momento en donde los
Cuatro Portadores estén junto al bien. Un hermoso amanecer…, ahora más que
nunca, cambiar el curso de la historia es posible - Echó a reír otra vez, y
luego les dijo - ¿Por qué esos nervios? Deben estar felices, deben festejar con
rizas, porque han llegado a la Caverna de los Magos Antiguos – les hizo un
ademán de cortesía y continuó - ¡Vamos, acompáñenme! ¡Todos, vengan, entren a
la morada, síganme! Ewon, dentro no hay buen espacio para los Ripul, pero si ellos gustan pueden
rondar sin cruzar la ilusión. Estarán a salvo.
-
Preferimos partir a nuestro
mundo – escucharon todos a los Ripul
en la mente - . La misión para la que hemos sido llamados está cumplida.
-
¿Se irán? – preguntó
pensando Zatí.
-
Sí – respondieron las tres
aves -. Nuestros lazos se han restablecido – transmitieron como palabras
finales y entonces aletearon emanando un brillo encantador que los envolvió a sí mismos, y desaparecieron
delante del grupo.
-
Se han ido – informó Ewon.
-
¿Van a volver? – le preguntó
Ariel.
-
No lo sé, Ariel. Pero hemos
recreado los lazos con estos sabios seres, y eso ya es algo por lo que
agradecer.
-
Oh… qué dichosos han sido,
¡me hubiera encantado compartir un rato más con los Ripul! – Dijo
Túkmuney, y rápido agregó – Pues bien, vamos dentro, vamos, vamos – y cruzó el pórtico alentando a todos para que lo sigan.
Con
los equipajes a cuesta fueron
entrando uno tras otro: primero los cuatro portadores mirando los bordes
de la puerta circular, levantando un poco los pies,
entraron cautelosos. Seguidos por Ewon, luego
Agoth, después Marakzamet, y cerrando el portal, Simploy. Allí dentro, Simploy
y Agoth tomaron dos antorchas de los lados de las rústicas paredes y fueron
avanzando. En verdad se trataba de una caverna, los extraños nunca habían exagerado, pensaban los portadores mientras iban con
el grupo mirando hacia los lados, abajo y
arriba cuando la luz del fuego iluminaba algo.
-
Un gran día, compañeros, hoy
es un gran día – dijo el anciano en voz alta caminando al frente - . Un poco
más señoritos portadores y ya estaremos en la recámara principal, donde
dispondré una comilona para festejar su llegada – dijo después.
Y fue cuando llegaron a una sala
bastante amplia como para estar dentro de una caverna, bien
iluminada y predispuesta: con una mesa, sillas, algunas macetas con plantas de lindo follaje, y hasta un sillón más grande
hecho de troncos. El recinto tenía forma oval,
de paredes de piedra, parecían ser muy ásperas. En eso, los jovencitos escucharon a Ewon decir - ¡Ah…, al fin llegamos! Qué
alivio… - y arrojó al piso pedregoso sus
bártulos. El grupo pasó a la sala, dejaron sus bolsas amontonadas al costado
del umbral. Mientras tanto, Túkmuney fue armando la mesa para comer: sacó de
una caja grande de madera que estaba de lado a
la mesa muchas variedades de frutas, vegetales, también panes y cereales de diversos tipos, todo lo llevó en una fuente que
depositó en la mesa; luego abrió otra caja de
madera, y sacó varias patas de pollo que colocó en un plato, y luego tres botellones de vidrio. Llevó todo hasta la mesa, y
entonces, cuando el grupo estaba acercándose a
la mesa, hizo un acto mágico disponiendo mantel, platos, cubiertos, vasos,
servilletas, y organizando la comida y la bebida en ubicaciones predilectas -
¡Vamos, qué esperan! Tomen asiento, creo que hay suficientes sillas, ¡vamos,
vamos, sin vergüenza! – animó a todos.
Él se ubicó en el sillón de troncos a un
extremo de la mesa. A su derecha se sentó Agoth, a su
izquierda Simploy. Al lado de Agoth se ubicó Ewon, frente a ella y al lado de Simploy, se sentó Marakzamet. Y en los cuatro
lugares restantes, se acomodaron Samy junto a
Logan del lado derecho, y en frente, Zatí y Ariel. Nadie había tocado nada aun cuando escucharon a Túkmuney decir en tono
holgado – Bah, ¿pero qué esperan? Ya
hablaremos, pero primero deben alimentarse y descansar para renovar energía. A disfrutar y festejar que la Misión ha sido
resuelta – le sonrió a cada uno mirándolo a
los ojos, expresando bondad y alegría. Y así, todo el grupo almorzó como
hace mucho tiempo no lo hacía, y nadie habló de cosas
importantes.
11
Pues bien, el almuerzo concluyó luego de una hora. En eso dijo Túkmuney para comenzar algo que quería decir - Llenen por
favor sus copas que juntos brindaremos por
este nuevo amanecer - y elevó la mano izquierda con su copa repleta. Después que todos llenaran las suyas, las alzaron y
chocaron produciendo un tintineo de cristal. Y
bebieron. Luego, Agoth preguntó - ¿Cómo ha pasado estos meses, gran Túkmuney?
-
Con ansias - contestó
dejando la copa en la mesa y mirando a los portadores.
-
Padre, los portadores
también tienen ansias - dijo Simploy- , ¿no es así, señores? - les preguntó a los jóvenes. Pero
ellos tan tímidos, no hablaron.
-
¿Es que de pronto se han
quedado mudos?- dijo el Elfo.
-
Déjalos, buen Marakzamet, ya
hablarán cuando sientan hacerlo – le respondió Túkmuney.
-
Son buenos muchachos,
Túkmuney – decía ahora Ewon- . Y muy buenas
personas - y los miró sonriente.
-
Y no lo dudo, Ewon - dijo
Túkmuney.
Aunque alagados, los portadores
continuaron sin decir nada. Lo cierto es que estaban muy nerviosos cual niños
de visita en casa ajena.
-
Bueno, daré algunas
instrucciones - poniéndose de pie dijo Túkmuney - . De momento deben descansar,
así se relajan y recuperan fuerzas. Les asignaré sus habitaciones, si necesitan
algo no tienen más que pedirlo. Como dije antes, mientras no crucen el
manantial, estarán a salvo para ir y venir a su antojo, recrearse y descansar.
Ahora vengan, síganme. Dejen todo así como está, yo me encargaré luego de
levantar la mesa y acomodar su trastos en sus recámaras, no se preocupen.
-
¿Estás seguro? Mira que no
nos cuesta nada acomodar las cosas y llevar nuestras propias cosas – dijo Ewon.
-
Nada de eso, ustedes ya han
tenido suficiente traqueteo. Dejan todo como está y me siguen así les muestro
sus habitaciones – y encaró para la puerta - ¡Vamos!
Sin
contradecirlo el grupo lo siguió. Ya en el corredor por donde habían entrado, Túkmuney continuó con las
indicaciones – Bueno compañeros, pongan atención: la caverna se compone de
varios corredores que abren sus puertas sólo cuando ya se ha pasado por la
recámara principal, es importante que recuerden la sucesión para no perderse,
pero si alguno llegara a desorientarse, sólo pega un grito y en seguida lo
reorientaré yo o Simploy, ¿entendido? – el grupo asentó -. Bien. Este corredor
es el principal, es el que conecta la entrada con la recámara principal que es
donde almorzamos. El corredor que ven aquí - y señaló la puerta del lado
izquierdo ubicada a tres metros desde la recámara principal, pero que antes,
cuando ingresaron nadie vio - es el que va a las habitaciones, vengan – les
dijo y el anciano cruzó el portal seguido por los demás – Bueno, como pueden
ver hay una seguidilla de puertas, cada una va a una habitación, pero
continuemos por el corredor principal, luego volveremos aquí para que tomen sus
aposentos – retomó el trayecto seguido por todos -. Un metro más y van a poder
ver el baño a la derecha, no es tan sofisticado como los baños del mundo
privado de la magia, pero tiene su letrina, ducha y lavatorio, con acceso a agua
corriente y caliente. Es esa puerta. Mírenlo, pasen – y el grupo fue echando
ojo al pequeño y rústico baño. Mientras miraban, Túkmuney les decía que debían
agradecerle a Simploy por la conexión de agua caliente lograda mediante el uso
de sus facultades mágicas - . Ahora volvamos como yendo para la gran sala; ¿ven
esa puerta? – Les preguntó señalando al frente donde había aparecido ante ellos
un nuevo portal – Vengan. Esta puerta es doble, ahora verán – Túkmuney giró un
picaporte redondeado incrustado en la puerta, la abrió y vieron luego dos puertas más - ¡Aja, qué
caras de sorpresa han puesto! ¡Ja, ja, ja! Antes habíamos entrado directamente
a la sala, ¿cierto? Bien, ahora esta puerta – les dijo posando una mano sobre
la de la izquierda – es la que va a la sala. Esta otra es la que va a la
cocina, síganme así les muestro nuestra cocina – todos entraron con el anciano.
Era una cocina simple, con una pequeña despensa amurada a la pared donde se
disponían botellitas y recipientes de sal, condimentos, azúcar, yerba, té en
hebras, y demás; tenía lo necesario para calentar y cocinar alimentos, aunque
no era un horno a gas o eléctrico. El horno a leña funcionaba de maravillas,
les dijo Túkmuney mientras el grupo paseaba por la cocina para conocerla. Había
una mesita cubierta con un mantel, después un armario angosto donde se
guardaban los cubiertos, tazas y vasos y tres ollas, una pequeña, una mediana y
una grande – Bueno compañeros, les mostraré sus habitaciones así se acomodan.
Regresaron al corredor. Caminaron tres
metros, entraron por la puerta de la derecha y llegaron a las habitaciones. El
anciano les fue asignando a cada uno su correspondiente recámara en la
siguiente sucesión: en la primera Ewon, luego Agoth, después Marakzamet. El
pasillo pegaba una curva figurando una especie de descanso donde había dos
sillones y una mesita ratona con algunos libros en cima. Seguían las
habitaciones: la correspondiente al Portador Aire, la asignada a la Portadora
Agua, la del Portador Tierra, y la de la Portadora Fuego. Y por último la
habitación de Simploy que ya estaba bien dispuesta y personalizada a su manera.
Había unas cuantas habitaciones más, de las cuales la última de toda la
seguidilla le correspondía a Túkmuney – Bueno, pónganse cómodos, disfruten su
estadía. A modo de recomendación, aunque la caverna está constantemente
iluminada con las antorchas siendo suficientes como para brindar una buena luz,
es muy saludable si salen de la caverna unas cuantas veces al día para ver la
luz natural. Recuerden, mientras no crucen el manantial no serán vistos por
nada ni nadie. Y debido a que la Magia Negra y Élfica les siguió los pasos como
me ha puesto al tanto Simploy al llegar, es menester que nadie abandone este
sitio, les ruego por lo que más amen seguir estas indicaciones, por favor, y
los planes irán viento en popa, manteniéndonos a salvo – concluyó la excursión
sonriéndoles bondadosamente, luego repiqueteó su bastón en el suelo pedregoso y
dijo - ¡Bueno, listo! Los dejo tranquilos, espero se sientan a gusto, mis compañeros
– y cuando se estaba por dar la vuelta en dirección a su alcoba, agregó
tocándose la cabeza - ¡Ah! Casi lo olvido. Mañana por la tarde a la hora de la
merienda tendremos una charla, hasta entonces los dejo en paz – y repicó el
bastón yéndose canturreando hacia su habitación.
En eso Simploy se acercó a los
portadores - ¿Cómo se sienten? ¿Precisan algo, señores?
-
Em… no, creo que no –
contestó Ariel mirando a sus iguales.
-
Si nadie ha sacado número,
me gustaría tomar un baño – fue lo primero que dijo Logan.
-
¡Oh, claro, claro! En su
habitación debe haber toalla y de seguro mi padre ya ha dispuesto ropa para
cada uno.
-
¿Cómo lo ha hecho? –
preguntó Zatí.
-
De pronto todos han
recobrado el habla, ¡eh! ¿Acaso Túkmuney los intimida? – dijo chistoso Marakzamet.
-
Déjalos ya – intercedió Ewon
- . Zatí, muchachos, no olviden que él es un mago, y un gran mago. Con sólo un hechizo puede
disponer las cosas como guste.
-
Sí, así es – aseveró Simploy
– Por eso, cualquier cosa, si necesitan algo, ropa interior, zapatos, algo, me
dicen y yo lo facilitaré.
-
Pues, ¿TV por cable,
internet…? – postuló Logan pícaro.
-
Bueno… señor Logan, eso… -
balbuceó Simploy y Ariel agregó en seguida - ¡Chavón, no rompas los huevos,
andá a bañarte que después queremos ir todos, dale caradura! No te hagas la
estrella, andá, dale.
-
Bueno, bueno, qué carácter –
y Logan se metió a su habitación, luego salió con su toalla y ropa para
cambiarse - ¿Salgo al corredor principal, un metro y llego al baño, no?
-
Sí, así es – confirmó
Simploy.
Todos
lo miraron ir para el baño. Samy se acercó a Simploy para hablarle -
Simploy… - dijo un poco tímida con la vista gacha.
-
Sí, dígame, señorita Samy.
-
Estem… mmm… - y se animó a
levantar la vista y hablarle mirándola a los ojos - Quiero darte las gracias.
-
Lo mismo le digo a usted.
Gracias por estar con nosotros, señorita Samy, en verdad le agradezco.
-
Está bien – y Samy se
sonrió. Luego se dirigió a Zatí – Hey, Zatí, vamos a nuestras alcobas, tengo muchas ganas de
sentir al colchón.
-
Lo mismo digo, vamos – respondió
su compañera. Y ambas fueron a su
correspondiente recámara.
Había
quedado Ariel con los protectores. Ewon también se retiró, luego el Elfo, Simploy también se fue a su habitación, y
antes de entrar a la suya, Agoth le palmeó la espalda y le consultó con una
sonrisa en la cara - ¿Está a gusto, señor Ariel?
-
Sí, un poco raro, pero sí,
sí. Bueno, me voy a tirar un rato, hasta que el payaso de Logan salga de
bañarse, ¡ojalá no se gaste toda el agua el confianzudo!
-
¡Ja, ja, ja! Quédese
tranquilo, eso no va a ocurrir. Vaya a descansar tranquilo.
Y cada uno se metió en su
alcoba.
12
Cerró la puerta y lo primero que hizo Samy fue arrojarse sobre la
cama al estilo de un clavado. Qué regocijante… después de permanecer tres
minutos frotando las mejillas contra
la sábana, se dio la vuelta, miró el techo de piedra, y divagó; después de
haber perdido todo ahora volvía a tener una
habitación. No le importaba que sea bajo una
cueva, a esta altura del partido había cosas que tenían mucho más peso que
otras.
Por su parte, cuando entró a la
habitación que se le había asignado, Zatí cerró la puerta lentamente y se volteó despacio. No estaba nada mal,
tenía una cama que parecía muy cómoda, un
roperito, hasta esas mesas de luz con espejo y cajón, también una silla,
y como habían dicho, sobre los pies de la cama había
ropa y una toalla. Avanzó, abrió el ropero y
vio que había más ropa. Se le ocurrió mirar bajo la cama, se agachó y levantó
el acolchado que colgaba, y descubrió tres pares de
alpargatas. Increíble pensó. Después se sentó sobre la cama, cerró los ojos y se
recostó.
Cuando entró a la pieza ofrecida, Ariel
cerró la puerta y cuando volteó todo el viaje se le vino
encima. Cada recuerdo se le presentó como una fotografía, uno tras otro hasta que dio un brinco directo a la cama haciendo sonar
los resortes, y luego, se dejó caer como una
pluma de panza y una lágrima resbaló por su mejilla, porque extrañaba su casa y su familia.
Aunque el baño no tenía buena pinta, la
ducha resultó ser estupenda. Qué sensación
más agradable, pensó Logan mientras tomaba el baño. La recámara, para tratarse de una habitación adaptada a una caverna dentro de
todo no estaba mal. Le hubiera encantado una
ventana, pero no podía ser tan exigente. Cuando se secó y cambió la ropa sintió
como si otro capítulo comenzara; juntó sus
ropajes viejos del suelo y fue para su habitación, no se encontró con nadie en
el trayecto, entró, cerró la puerta, dejó la ropa sucia y la toalla sobre la
silla y pensó “ahora sí, a dormir”, desplegó
las sábanas y se metió en la cama.
Avanzado el día, Ewon salió de su cuarto
para ir a buscar algo de beber, entonces,
llegando a la puerta doble, chocó de imprevisto con Marakzamet que aparecía
desde la puerta. Después de un efímero espasmo por la
sorpresa, se miraron un instante a los ojos
hasta que Ewon tuvo reacción - Perdón, permiso - le dijo, pero el Elfo no se
movió, volvió a hablar - ¡Te he dicho “permiso”!-
dijo en tono más exaltado- ¿Me dejarías pasar,
Marakzamet?
Pero él la miraba.
-
¿Pues qué quieres? - cuestionó
ella – Si no me contestas, por lo menos déjame pasar.
-
¿Tanto rencor tienes hacia
mí, Ewon? - dijo Marakzamet de pronto.
-
Era eso… - susurró Ewon
bajando la cabeza.
-
Quiero saber algo, pero
antes debo saber si responderás a lo que te pregunte.
-
No puedo prometer sin saber
lo que me preguntarás - le contestó ella muy seria.
Los
cristalinos ojos de Marakzamet tiritaban, pero con claras palabras continuó -
Ewon, tú aún me…
-
¡¡Detente!! - interrumpió la
dama sin dejar que termine de decir la frase.
-
¿Por qué no puedes aceptar
que no soy como mi familia, Ewon? - replicó él
elevando aún más la voz - Yo no soy como ellos.
-
¡Calla Marakzamet! - ordenó
con un grito ella – No tengo ganas de tratar este tema ahora, sólo he salido por un vaso de
agua. Así que déjame pasar.
-
¡Ewon, dame una explicación!
– exclamó Marakzamet.
Sin
esperarlo él estaba ahí. Túkmuney había aparecido a espaldas de Ewon. Al verlo,
los dos callaron. El mago tenía los ojos que le relampagueaban - ¡Pero qué significa todo esto! – dijo en tono fastidiado.
Avergonzados, Ewon y Marakzamet, agachaban sus miradas como niños castigados -
No puedo creer que después de tantos años continúen con esta estúpida manera de
relacionarse. Somos un equipo, todos y cada uno de nosotros somos lo mismo,
¡terminen con las chiquilinadas! – les dijo imponiendo la voz. Ninguno
cuestionó a Túkmuney. El Elfo fue para los cuartos y Ewon entró a la cocina donde se sirvió un vaso de agua luego
de haber abierto la caja de madera de la cual el viejo mago había sacado las
patas de pollo y los botellones de vidrio y que ahora estaba en su lugar
correspondiente; se trataba de una caja hechizada para que pueda cumplir la
función de heladera. Con el vaso en la mano, regresó a su habitación (Marakzamet,
Marakzamet… qué haré contigo).
Una
vez limpios y acurrucados entre suaves sábanas sobre un blando colchón, los ocho durmieron ininterrumpidamente
durante dos días. A pesar que Túkmuney había dado la instrucción de “tener una
charla en la merienda”, ninguno pudo contra el cansancio; no tuvieron visiones,
sueños reveladores ni premonitorios. Durmieron profundamente, hecho que
Túkmuney respetó a raja tabla, porque si bien la charla era muy importante, más
lo era que recobren energía y despierten renovados. Para cuando iba a ser el
mediodía del día tercero, la primera en despertar fue Simploy, que luego de
pasar por el baño, fue a la cocina con su padre - ¡Buenas! – Lo saludó -
¿Cuánto he dormido?
-
Dos días, hija. ¿Cómo te
encuentras? – y bebió té.
-
Muy bien, como nueva – se
acercó junto a Túkmuney quien bebía un té sentado a la mesa de la cocina - ¿Los demás duermen,
no?
-
Así es, has sido la primera
en despertar.
-
Entonces quiero contarte
sobre algo – bajó un poco la voz para tomar recaudos - Los portadores aún no
conocen sobre la posibilidad… perdón, padre, pero no he tenido el valor para
decirles. Supuse que si lo hacía ellos no nos hubieran acompañado.
-
Mjm… comprendo. Me creía que
tú ya habrías comunicado a los jovencitos, pero bueno, haremos lo posible para
que permanezcan con nosotros, esperemos lleguen a entender – bebió un sorbo de
té - . Hija, si tú no lo has creído conveniente, confío en tu recaudo. Simploy,
eres la única que pudo sentirlos, no puedo cuestionar nada de lo que percibas
de ellos. Pero ahora deben conocer la verdad, y debemos estar atentos por
cualquier cosa, ¿bien?
-
Sí.
Mientras
charlaban, cruzaron la puerta Agoth y Marakzamet - ¡Hola! - saludaron ambos.
Túkmuney y Simploy le devolvieron el saludo.
-
¿Cómo han dormido? – les
consultó el mago.
-
De maravillas, mago Túkmuney
– contestó Marakzamet – Su hospitalidad es
agradecida.
-
Lo mismo digo – dijo Agoth.
-
¡Cuánto me alegro! – les
dijo alegre Túkmuney e informó – Sírvanse lo que gusten.
-
Un vaso de agua estaría bien
– dijo Marakzamet, y fue a donde la caja para
servirse agua fresca. La bebió y cuando sorbió la última gota, dijo -
¡Ah! Delicioso, el mejor desayuno, ¡satisfecho!
-
¿Pero cómo puedes llenarte
con un vaso de agua, no lo entiendo? – dijo Agoth – Si me da el permiso, señor
Túkmuney, me haré un café con unas lindas rodajas de pan y dulce.
-
Pero no necesitas mi
permiso, Agoth. Y no soy tu señor, ya te lo he dicho muchas veces, ¿cuándo lo
entenderás? Prepárate lo que gustes, y nada de permiso, ¿si?
-
Está bien, está bien –
contestó Agoth meneando la cabeza. Después fue a la despensa por el café,
dispuso la olla pequeña para calentar agua, agarró una taza, y mientras
esperaba que el agua entre en el primer hervor, tomó tres panes de la caja no
refrigerada, también un frasco de dulce de durazno, y acomodó sus cosas en la
mesa.
De
pronto, Túkmuney realizó un ademán haciendo aparecer tres sillas en la cocina -
Tomen asiento si quieren – les dijo el mago. Agoth y Marakzamet se sentaron,
pero Simploy prefirió quedar parada.
-
Ahora me prepararé un té
cuando hierva el agua – dijo.
En
eso entró Ewon - ¡Buen día! Los portadores están despertando de a poco – informó – Mmm… se me apetece una ensalada – y
mientras, se la preparó cortando frutas: banana, frutillas, moras, uvas, mango,
y partiendo nueces y almendras - Túkmuney, debo confesarte que he dormido muy
bien, mira que a veces prefiero el suelo a una cama, pero no fue este el caso,
¡ja, ja, ja!
-
Me alagas, Ewon – le dijo
Túkmuney risueño. Luego preguntó al grupo - ¿Cómo han ido las cosas con los portadores?
-
Oh, muy bien – comentó Agoth
- . Bueno, no ha sido sencillo, pero aprendieron a adaptarse, hasta el señor
Logan que parecía el más aferrado a su vida irreal lo sobrelleva muy bien, y
bueno, la señorita Samy… por lo que ha pasado… así y todo, está aquí.
-
Son buenas personas – decía
ahora Ewon mientras mezclaba en el pocillo su ensalada matutina -, entre ellos
son muy unidos, se ayudan mutuamente y se han ido integrando, aprendiendo
nuestro idioma.
-
¿Tú Marakzamet, qué opinas?
– le preguntó Túkmuney especialmente.
El
Elfo lo miró un instante y dijo - De mi parte no tengo mucho para agregar, me
parecen honestos, gentiles, sí, son buenas personas. Lo que no puedo asegurar
es si están preparados para lo que vendrá. Digo, no sé hasta qué punto estos
jovencitos son conscientes de sus vidas. Pero bueno, para ello está Simploy,
creo que tú eres la más indicada en contestar certeramente a la pregunta –
terminó diciendo directamente a Simploy.
-
Es importante lo que ustedes
piensen también, porque también han convivido con ellos, no me echen toda la
responsabilidad, ¡vamos! – dijo un poco chistosa mientras le hincaba el diente
a una nuez.
-
Así es, todas sus opiniones
son válidas, compañeros. Me interesan para saber cómo tratar con los
jovencitos, ¡me miran con unas caras que me preocupa, como si me los fuera a
comer, ja, ja, ja!
Los
demás también rieron. Al cabo, el anciano agregó – Fuera de broma, es muy importante nuestra relación con los
jovencillos, no lo olvidemos, ¡ellos son los Portadores de los Elementos
Primordiales! Hoy tendremos una charla, y luego de esta charla depende de todos
la forma en que se desenvolverá el futuro. Por ello, nunca olvidemos quiénes
son ellos, ¿sí? Durante dieciocho años han sido educados en un mundo diferente,
debemos saber entender sus modos de sobrellevar las cosas, los días pasarán y
sus afectos empezarán a latir con fuerza, el anhelo por una vida que ya no
está, los recuerdos de sus seres queridos, la cotidianeidad de sus lugares
empezará a tironear dentro suyo. Por esto, estemos unidos y preparados: al
mismo tiempo estos chiquillos son humanos velados y portadores de los Elementos
de la Naturaleza - e interrumpiéndose a sí mismo al verlos entrar les dijo -
¡Oh, pero miren quiénes han despertado! ¡Buenos días portadores!
-
¡Buenos días, señor
Túkmuney!- respondieron al unísono Zatí, Logan, Ariel y Samy.
-
Está bien, está bien, no es
preciso que me llamen “señor”, por favor díganme sólo por mi nombre – y
poniéndose de pie agregó -, bueno como ya les he indicado a los demás, pueden
tomar lo que gusten.
-
Una consulta… ¿se pueden
freír unos huevos? – preguntó Logan.
-
Si a ti te gusta, claro que
sí. Puedes encontrar huevos en esa caja de madera – le respondió Túkmuney señalándosela.
-
Gracias – dijo Logan, y fue
hasta la caja, tomó dos huevos, y luego se acercó a la precaria hornalla. Tomó la olla mediana, de
la despensa agarró el aceite, y se dispuso a preparar unos huevos revueltos, su
desayuno favorito.
Mientras
tanto, Ariel prefirió prepararse un té con panes untados con dulce, muy similar al desayuno de Agoth. Zatí bebió algo
de café que había quedado de lo que preparó Agoth y comió dos bollos de pan, y
Samy ayudó a Logan con los huevos pasándole dos para ella. Los cuatro se
sentaron a la mesa, y aunque no tan tímidos, no dijeron mucho más. Túkmuney les
habló a todos – Bueno, mientras terminamos de comer algo, les comento que
quiero decirles algunas cosas. Seguramente todos quieren conocer con certeza
para qué les he encomendado semejante Misión y por qué estamos aquí reunidos.
Puede que Ewon, Agoth y Simploy estén más al tanto que los portadores o mismo
que Marakzamet, pero para no hacer diferencias que es algo que a mí no me
place, voy a hablarles a todos por igual haciendo de cuenta que ninguno conoce.
Si no les molesta, en cuanto terminen de tomar sus comidas, los invito a
acompañarme al salón principal en donde
los Magos de la Caverna una vez profetizaron el camino que hoy nos guía.
Los
cuatro portadores lo miraron atentos, porque si habían entendido correctamente,
ahora se enterarían de las cosas que durante el viaje sus protectores les
habían dicho que el mago Túkmuney les diría. Ansiosos de pronto, terminaron sus
desayunos bien rápido, y fue Samy la que dijo - Listo - Túkmuney rio y agregó -
¡Oh, veo que los jovencitos están entusiasmados por saber, por conocer!
-
Sí – dijo Samy segura.
-
Pues bien, nunca deben
olvidar que el saber contrae una gran responsabilidad, porque a veces conocer puede estar aparejado
con la desilusión.
-
Es cierto, mi mamá decía
algo así cuando yo quería saber sobre algo e insistía para que me cuente – dijo Logan dando el
último bocado.
-
Y seguramente estaba en lo
cierto. Deben saber que soy partidario de la verdad, aunque esa verdad traiga desilusión, siempre
es mejor que la mentira – agregó Túkmuney.
Ninguno continuó la charla, sólo se dedicaron a terminar las
comidas y a beber hasta la última de gota de té, café o agua. Entonces, cuando
ya todos habían concluido, el mago les pidió que lo siguieran hasta el salón
principal, el grupo lo acompañó en caravana y una vez allí, volvieron a tomar
asiento acomodándose en las sillas igual a como lo habían hecho en el primer
almuerzo. Sin embargo, Túkmuney no se sentó en su gran sillón, permaneció de
pie como un maestro ante sus discípulos, se aclaró la voz y habló - Bueno, mis
compañeros y amigos, Portadores de los Elementos, ha llegado el momento en que
la Verdad les será presentada. Les ruego que presten atención, porque lo que
relataré será el motivo por el cual hemos reunido a los Portadores y la razón
por la que luchamos. En fin, comenzaré…
A.M.
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