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1
Entre
los matorrales de una espesa selva, la exótica jovencita corría veloz sorteando
el desnivel del terreno para no caer. Muy apurada iba esquivando los árboles que
se le interponían y que de tanto en tanto le rasgaban la ropa. Poco tiempo
después, sus violáceos ojos vieron el sitio buscado: ahí estaba una cueva de
roca gris con una puerta de roble casi impenetrable que sólo los que conocían
el lugar podían abrirla, y que para poder hacerlo se debía ser diestro en las
artes mágicas.
Es así que la muchacha, exhausta por la corrida, posó sus dos
manos en la puerta, después pronunció susurrando he llegado y un brillo blanquecino las rodeó, nada más en el lugar
donde las había apoyado, y el roble fue tomando la forma de sus manos,
produciéndose huellas. En seguida el brillo y las huellas de las manos
desaparecieron y la puerta se abrió.
Aunque más aliviada por estar dentro de la caverna, aún estaba
agitada y apurada. Corriendo por los túneles allí hechos, llegó a una
habitación iluminada con antorchas… un hombre de largos años sentado dándole
las espaldas la estaba esperando. Entonces, al verlo, ella se detuvo y fue
caminando con lentitud acercándose al gran sillón construido con gruesos
troncos naturales donde estaba sentado este anciano.
-
He llegado - dijo ella con voz tenue y leve agitación.
-
Simploy, ya estás aquí - contestó volteándose y parándose frente a
ella.
-
Traigo muy buenas noticias – dijo.
-
¡Vamos hija, dime!
-
Después de tanto esperar, de aguardar tanto tiempo, la profecía
que me has comunicado de niña
ha empezado a cumplirse.
Luego de oír las palabras de su hija se relajó y cayó como una
pluma al viento sobre el sillón. Se sintió lleno de felicidad, una relajación
completa que tranquilizó su ser después de tantos años de sufrimiento.
-
¿Cuándo ocurrió, Simploy?- preguntó.
-
Hace pocas horas, padre - respondió ella -. Estaba caminando por
la selva, buscando provisiones y de repente lo vi todo, escuché todo, los sentí.
Unos instantes de silencio transcurrieron. Él la observó a los
ojos y luego continuó con la charla - Simploy, dime algo hija... ¿ya han
despertado? -. Sin dudar ni por un segundo,
le respondió - No, aún no padre - prosiguió - ellos continúan dentro de los
jóvenes, pero mi corazón me dice que no tardarán mucho en despertar.
Oyendo esa confesión, el sabio hombre expuso un pedido. - Hija,
sólo pido que cumplas con una misión que debo encomendarte - dijo él -, pero
antes llama a Ewon y a Agoth.
-
Claro, lo haré - le respondió sin dudar -, pero dime dónde están
actualmente.
-
Ewon está alojada desde hace dos semanas en la Cabaña del Lago, a
unos pocos kilómetros de aquí,
me envío un canario mensajero hace unos días - respondió él - . Con respecto a
Agoth, se encuentra en donde siempre; los dos aguardan al llamado. Comunícales
estas noticias y ordénales que vengan contigo aquí, aunque conociéndolos, no
será una orden, sino un favor que ellos cumplirán.
-
Sí, padre, así lo haré. Partiré ahora, si me lo permites.
Ella dio media vuelta y caminó unos pocos pasos hacia la puerta,
pero antes que se alejara de la habitación, su padre le habló - ¡Simploy, ve a
caballo! Así estarás aquí de vuelta en no más de cinco días.
Simploy asentó el ofrecimiento. Poco después, él ya había quedado
solo en su aposento. Pensaba en la gran noticia que su hija Simploy le había traído,
porque ya era viejo y todos sus largos años ya empezaban a pesarles, y ahora una
esperanza renovadora lo empujó a seguir adelante, porque la noticia que durante
casi toda su vida había esperado, ahora era real.
La joven ya estaba sobre el caballo blanco que corría con
velocidad, semejante a un relámpago en medio de una tormenta. Sus delgadas
patas, pero fuertes, golpeaban contra la tierra haciéndola volar. El animal era
muy ágil, parecía tener el dominio sobre la naturaleza. De tanto en tanto, ella
golpeteaba suave en su vientre con los talones para que acelere aun más la
marcha, también lo alentaba con unos gritos de “jia, jia”.
Cinco horas transcurrieron y poco a poco comenzó a divisar la Cabaña
del Lago, el lugar donde Ewon se estaba alojando. Aceleró aun más. Ella y el caballo
ya estaban cabalgando sobre el caminito hecho de piedra que daba la entrada a la
cabaña en medio del bosque donde un lago se extendía, y fueron aproximándose.
Simploy bajó del animal y luego golpeó la puerta con su puño -
¡Hola! ¿Hay alguien en la Cabaña del Lago? - llamó con voz elevada, poco
después volvió a golpear - ¡Hola! ¿Hay alguien?
2
De
pronto, una esbelta mujer, de tez muy clara, cabellos dorados y largos, vestida
con un exótico vestido color verde agua, abrió la puerta. Parecía ser una joven
dama, pero al verla directo a los claros ojos uno podía llegar a intuir sus
arduos años de la Historia vivida.
-
¡Hola Simploy! Te estaba esperando muy ansiosa - saludó la dama
haciendo un ademán con su longilíneo brazo -, pasa, por favor.
-
Gracias - contestó Simploy.
Antes de pasar, Simploy ató a su caballo en un palo cercano a la
cabaña. Luego ingresó y mientras la dama le servía algo para tomar, Simploy se
sentó junto a la mesa. La mujer también lo hizo, colocándose frente a ella y
entregándole el vaso con fresca agua. Simploy tomó un trago y después habló. -
Traigo noticias - tomó un sorbo -, mi padre me ha mandado a buscarte y llevarte
a la caverna conmigo, Ewon.
Sonriéndole Ewon respondió - Tu padre tan generoso siempre, Simploy
– dijo - . Está bien, iré contigo, pero
antes deseo que me comuniques esas noticias que dices que me has traído.
-
Sí, debo decirte que se ha comenzado a cumplir la profecía que mi
padre te ha hecho saber.
Ewon, al oír esas palabras, quedó estupefacta, sus claros ojos se
perdieron. Luego de instantes silenciosos, Ewon continuó con la charla. - Es la
mejor noticia que me podrías haber dado, Simploy… dime, ¿cuándo, cuándo
ocurrió?
Con el rostro animado Simploy continuó – Hace algunas horas, ¡aun
no lo creo, Ewon! Este acontecimiento que se ha dado despierta en mí la
esperanza hasta entonces olvidada.
-
¿Sólo en ti? Yo diría en todos - corrigió Ewon -. Pero dime,
¿quién más lo sabe?
-
Sólo tú, mi padre y yo. Pero también él me ha encomendado buscar a
Agoth y ponerlo al tanto - Simploy se paró de golpe - . Acompáñame Ewon, y
luego
volveremos a la caverna.
-
Sí, sí lo haré - poniéndose también de pie - ¿Sabes dónde reside
Agoth?
-
Mi padre me ha dicho que él está en donde siempre - contestó
Simploy.
-
Entonces qué esperamos, alistaré al caballo y partiremos ahora
mismo. Si él continúa allí llegaremos dentro de dos días - acercándose a la
puerta y
abriéndola -. Sale y monta, yo prepararé algunas
provisiones para el camino.
Pasada media hora ya se encontraban a medio kilómetro de la Cabaña
del Lago. Debían ir hacia el suroeste, así llegarían a las montañas, lugar en
donde estaría Agoth esperándolas.
La marcha era ardua y el calor agobiante, pues el verano estaba en
su cenit.
Para entonces, ya había comenzado a caer la tarde, así es que
decidieron cabalgar unos metros más y, luego, parar la marcha para acampar. La
noche llegó acompañada de las estrellas que envolvían al oscuro cielo azul. La
brisa hacía que sus cabellos flotaran en el aire. Ewon había encendido un
pequeño farol que había puesto entre todo ese equipaje, después desenvolvieron
unas pocas verduras hervidas que Ewon había guardado entre unos lienzos.
Cenaron calladas, las dos observaban el cielo, pensativas. Sólo se oía el
viento chocando contra las hojas de los árboles, que ya eran menos, porque el
bosque estaba quedando atrás dándole lugar a una llanura de pastizales. Esa
noche durmieron muy pacíficas en lonas que Ewon había llevado.
La luz del sol comenzó a penetrar entre los árboles, reflejándose
en los claros rostros de las mujeres. La primera en despertar fue Simploy,
quien preparó a los caballos para la partida. Tiempo después, Ewon abrió sus
ojos.
-
¡Buenos días! - dijo Ewon desperezándose.
-
Buenos días, Ewon - contestó Simploy -. Pero apúrate porque ya es tarde,
aun nos queda un día de camino, y por lo que me indica el sol, ya va a ser mediodía.
Cuando partieron el sol estaba en lo más alto del cielo. La
cabalgata era lenta y el denso calor humedecía sus cuerpos y hacía que los
caballos desaceleren su marcha. Habían pasado ya seis horas desde la salida el
bosque, ahora estaban traspasando el prado que las llevaría a las montañas.
La tarde comenzaba a dar su fin, las primeras estrellas,
acompañadas por la luna, iban asomándose en la entrada noche. Simploy y Ewon
continuaban sobre los caballos que ahora corrían. No se podía oír ningún sonido
ajeno al que ellas y los animales hacían rozando con las altas hierbas.
Finalmente un gran manto de oscuridad lo envolvió todo; el “cric-cric” de los grillos se empezó a escuchar cada vez más intenso.
Ewon detuvo un instante la marcha para encender el farol que las guiaría en el final
de esa noche. Horas de viaje transcurrieron. Los ojos de las mujeres se
entrecerraban de tanto en tanto por el cansancio acumulado, mas ellas siguieron
cabalgando sin hacer ninguna pausa.
El cielo, pasado el tiempo, empezó a iluminarse creando un bello
horizonte de un amarillento color; el sol también comenzaba a verse desde el
este, mostrándose vigoroso y resplandeciente. Así es que Simploy alzó la vista
y difusamente pudo ver a lo lejos las montañas. Como si alguien la empujara,
ella golpeteó a su caballo con los talones y éste aceleró rápidamente el trote -
¡Vamos Ewon! ¡Sólo nos quedan unos pocos metros!- dijo la jovencita muy enérgica
- ¡Vamos, puedo ver las montañas!
Sin pronunciar palabra,
Ewon reaccionó y ordenó al animal que apure el paso y, de pronto las mujeres ya
estaban cabalgando con mucha rapidez hacia las montañas que se iban haciendo
enormes mientras ellas se acercaban. Exhaustos, los caballos, se detuvieron
poco a poco. Ya no era preciso que corran, porque habían arribado al destino que
en esos dos días tan pesados habían buscado. Ewon y Simploy bajaron de los animales
y guiándolos, los llevaron tomándolos de las cuerdas que colgaban de sus robustos
cuellos. Juntas caminaron algunos pasos y, entonces, chocaron sus vistas con una
puerta de madera hundida en la ladera de la montaña.
-
Aquí es Simploy - dijo Ewon en voz baja.
Ewon, utilizando una pequeña manija de bronce que colgaba de la
puerta, la golpeó. Allí afuera, aguardaron unos pocos minutos, cuando una voz
gruesa y grave se oyó desde el interior - ¿Quién llama a mi puerta? - pronunció
aquella voz de manera firme.
-
Agoth, somos Simploy y Ewon - contestó Simploy - ¡Ábrenos, traemos
noticias!
La puerta se abrió súbitamente. Entonces hizo su presencia un
joven muchacho, de castaño cabello corto y algo rizado, piel tostada y cuerpo
erguido. Éste estaba cubierto por una camisa de tela blanca y pantalones
sueltos; en sus pies llevaba botas oscuras.
-
¡Al fin! - dijo él - Pensé que nunca jamás vendrían - hizo un
gesto con el brazo - ¡Vamos, pasen por favor!
Y el joven cerró con fuerza. La casa era precaria, pero poseía
todo lo necesario para sobrevivir. Sentados los tres alrededor de la mesa de
madera, la charla comenzó.
-
Como les decía, pensé que ya no vendrían. Pasaron cinco años de la
última vez que cruzamos destinos - decía alegremente -, pero aquí están, mis
leales compañeras.
-
Disculpa Agoth, pero antes de empezar la charla, si no es
molestia, ¿podías darnos algo de beber? Es que el viaje fue agotador... - dijo
Simploy.
Parándose muy rápido y dejando la silla alejada de la mesa, él se
retiró. Luego vino con dos vasos repletos de agua que a su suerte tenía
reservada en una cantimplora de aluminio, objeto adquirido en el mercado del
primer pueblo cercano a su guarida. Los posó sobre la mesa. Las dos bebieron
rápidamente sin dar respiros. Después de refrescar sus secas gargantas, Simploy
fue la primera en hablar - Bueno, como te he dicho Agoth, traigo noticias - le
dijo ella -. Y son muy buenas...
-
Dilas, vamos- respondió
Agoth - ¡Estoy ansioso!
Las dos mujeres se miraron.
-
Agoth, la profecía ha comenzado a cumplirse - dijo Simploy - ocurrió
hace ya dos días, aunque en algunos países hace día y medio.
Agoth había quedado con la boca abierta, después cerró sus oscuros
ojos y empezó a hablar casi susurrando - Al fin, luego de tantos años de
esperar ocurrió -¿Cómo continúa esto? - le preguntó a Simploy abriéndolos como volviendo en
sí.
-
Sí, es verdad Simploy - habló Ewon -, luego de la profecía... tú
nos has dicho que algo más debería pasar, ¿qué, entonces?
-
Es cierto lo que dices, aun no ocurrió todo. Luego de este paso
tan importante que la historia ha dado, debe ocurrir otra cosa - comenzó a
explicar Simploy -. Como ya lo saben según las enseñanzas de mi padre, existen
cuatro adolescentes dispersos por distintos lugares del mundo. Bueno, yo los he sentido y se dónde están: en
Nueva York reside un muchacho, en Bukoba una joven, en Newcastle otra joven y
en Escobar otro muchacho. Estos cuatro adolescentes de dieciocho años han
revelado los seres ocultos...
-
La profecía, ¿no es así? - interrumpió Ewon.
-
Sólo parte - retomó Simploy -, porque lo más importante aún no ha
ocurrido.
Los seres se han manifestado, pero puedo sentir que aquel momento no tardará en ocurrir, no puedo precisar cuánto exactamente, pero
estoy segura que en menos de un año solar los
seres ocultos van a salir de los cuerpos de los cuatro jóvenes – confesó - ¡Pobrecitos, siento su angustia, no
entienden nada…!
-
Son comunes, ¿verdad? -
consultó Agoth.
-
Sí, son gente común, están velados por el Gran Sueño - afirmó Simploy.
-
Tienen que despertar… - dijo pensativa Ewon.
-
Sí - dijo Simploy -. Pero por ahora, y es la otra parte de mi
venida, tú Agoth debes venir conmigo
y con Ewon a la caverna de mi padre, esta es una petición que él mismo me ha dado.
-
Entonces vamos, si salimos ahora llegaremos en tres días - dijo
Agoth incorporándose.
3
Tres
caballos galopaban por el prado, uno detrás de otro. Agoth iba a la cabeza de
la fila, esta vez él guiaría, estas eran sus tierras.
Así fue como dos tranquilas noches y tres días quedaron atrás; los
caballos iban ingresando a la selva en donde estaba la caverna. Los tres
jinetes indicaban ágiles a sus caballos esquivando el follaje que se
interponían en su recorrido. La caverna ya había sido avistada, entonces, impulsados
por la ansiedad de llegar, obligaron a sus animales a apurar la corrida. Llegaron.
Después de desmontar, llevaron a los caballos a un precario
establo escondido entre matorrales y helechos colgantes pegado a la cueva, allí
les quitaron las livianas y finas correas y dejaron que comieran y bebieran
tranquilos. Luego se dirigieron a la caverna, posaron sus manos en la puerta,
pronunciaron las palabras adecuadas, y aunque Agoth no hacía magia, el hechizo del
viejo mago lo reconocía y podía ingresar. Paso a paso se fueron aproximando a
la habitación en donde el padre de Simploy aguardaba sus llegadas.
Y ahí estaba, sentado en su aposento mientras comía unas uvas.
-
Pasen, por favor - dijo él -, me alegra tenerlos aquí nuevamente.
Dejó las uvas en una pequeña fuente situada sobre una mesita
rectangular y luego se paró - Agoth, mi queridísimo Agoth - saludó al muchacho
con una sonrisa.
-
Mi señor Túkmuney-
arrodillándose frente a él, dijo Agoth -, es un gusto estar aquí.
-
Levántate, ya sabes que no me agradan esas reverencias - dijo a
Agoth, y luego prosiguió -. Y tú, Ewon, mujer de fauna y flora, estoy feliz de
tenerte aquí, de que formes parte de mis amigos.
-
Gusto mío también es, Túkmuney - dijo sonriendo Ewon.
-
Y Simploy, hija mía - se acercó a ella colocándole sus manos sobre
los hombros - sabía que no me ibas a fallar.
Luego de los saludos y de haber comido y bebido hasta
satisfacerse, el anciano Túkmuney palmeó sus manos indicando que deseaba
hablarles - Bueno, bueno - dijo - . Los he reunido para concluir de
comunicarles una misión que les otorgaré -. Un silencio se hizo.
“Hemos de ser pocos en esto, pero pocos bastan para realizar la
tarea que yo deseo que ustedes cumplan. He meditado sobre el pasado, el
presente y el futuro que vivirán, pues sé que no les será fácil sortear los
problemas que de ahora en más se les presentarán.
“Por ser el único mago que
aún mantiene su conciencia viva y no corrompida por el Mal que envuelve los
mundos, puedo guiarlos por el verdadero camino y de esta forma llevarlos al
triunfo; me retracto ahí, acercarlos al triunfo. Sé que al cumplirse parte de la
profecía que mis anteriores compañeros han predicho, la esperanza ha crecido en
ustedes, dentro de sus corazones; debo confesar que yo también me he llenado de
esperanza, pero cuidado, porque esto es sólo el comienzo de lo que vendrá, esto
no significa que el triunfo esté hecho, no. De ningún modo piensen eso porque
se estarían mintiendo a ustedes mismos.
“Ewon, tú eres la mujer que ha visto a la Historia pasar delante
de ti como una brisa de verano, tú eres la mujer con el pleno conocimiento y
sabiduría en las artes de la misteriosa naturaleza. Por ser poseedora de tus
increíbles cualidades, por no decir dones, yo te he escogido para llevar esta
misión a cabo.
“Agoth, fiel Agoth. Hombres como tú no se hallan todos los días, y
esto lo puedo afirmar porque entre mis innumerables días en sólo uno te
encontré aquella tarde de invierno que luchabas para sobrevivir. Te rescaté de
las manos del enemigo que por poco te captura entre sus redes, y luego de
dieciséis años, tú estás a mi lado.
“Hija mía, te miro y no lo creo. Aun puedo recordar el día en que
naciste, el día en que tu sabia madre murió y me dijo antes de dejar el mundo
que Ellos también habían nacido encomendándome
tu crianza - por un momento lo vieron perder la vista en el aire, pero al poco
continuó -; por eso supe que yo debía inculcarte y enseñarte todas mis artes,
toda mi magia, porque tú, Simploy, nos llevarás a la victoria. Puedo sentir que
dentro de ti yace una magia que ni tú sabes que la tienes. Hija, confío en ti.
“En fin, mis compañeros. Por el momento su misión será buscar a
cada uno de los adolescentes y reunirlos lo antes posible. También deben
traerlos aquí, sólo de esta manera Ellos
despertarán.
-
Disculpa Túkmuney - interrumpió Ewon - ¿Cómo conseguiremos
traerlos hasta aquí? Ellos están rodeados de gente común e imagino que será muy
extraño que los jóvenes desaparezcan así, ¿no lo crees?
-
He pensado en eso, Ewon-
dijo Túkmuney-, pero de eso se encargarán ustedes. ¿Alguna pregunta...?
-
¿Cuándo partiremos? - preguntó Agoth.
-
Tendrán dos días para que puedan recuperar sus fuerzas y se alisten para el
largo viaje - dijo Túkmuney - . Les recomiendo
que cuando se acerquen a los lugares en donde ellos viven, cambien sus vestimentas y no utilicen los caballos; sólo en lugares
apartados seguimos recurriendo a ellos. Si no hay más preguntas... - hizo una pausa -, pueden retirarse a sus habitaciones.
Simploy fue la encargada de acomodar a los huéspedes en sus
dormitorios, uno estaba al lado del otro. Para poder llegar a ellos tuvieron
que atravesar los mágicos túneles de aquella caverna. Tiempo después, Agoth y
Ewon se encontraban en sus correspondientes recámaras, y Simploy en su propia habitación.
Transcurridas las horas, los tres compañeros estaban entrados en sueño.
A. M.