jueves, 11 de julio de 2013

La Búsqueda - Prólogo

El Gran Sueño
Vol. I: La Búsqueda

Web: http://anahimendez.wix.com/egs-labusqueda

Prólogo
Premoniciones

1

Estaba ocurriendo. La sensación hizo detener su caminata. Ella sabía lo que significaba, y por un momento se sintió magnífica, exuberante, poderosa…
Se le presentaba en la mente un estallido de imágenes, una tras otra, de una manera muy veloz, y sin embargo, porque sólo ella era capaz, las comprendió con exactitud dando cuenta que había llegado el momento.  
Entonces, sin permitirse perder tiempo y un poco también por temor, empezó a correr lo más rápido que pudo, porque debía dar la noticia, debía comunicar lo antes posible el acaecimiento. Nada la detendría, ella sabía lo que acababa de suceder y si por algo había pisado el mundo principalmente era para esto: para dar cuenta de las manifestaciones, desde pequeña se lo había inculcado y lo aprehendió.  

2

-          ¡Ooooh! – exclamaron elevando los brazos cincuenta ancianos alrededor de una gran llama de fuego.
Algunos eran hombres, había otros que eran mujeres, todos sobrepasaban los dos  mil años de edad, y vestían con túnicas de vivos colores. Sus rostros con muchas arrugas, algunos de tez trigueña y retacones, otros un poco más erguidos, aunque también jorobados, de tez amarillenta, de tez blanca. Después de la exclamación grupal la llama se extinguió, y unos gruesos troncos carbonizados echaban chispas. Los ancianos se fueron dispersando, pero sin salir de la habitación. Tenían los rostros sonrientes, iban y venían, charlaban con unos y con otros, y mientras, iban comiendo y bebiendo los refrigerios dispuestos en la larga mesa, preparados por ellos mismos antes de comenzar con el ritual profético. Los cincuenta ancianos estaban dentro de una habitación de forma ovoide, las paredes eran color marrón oscuro con diversas gemas de piedra cortadas en mitad, cuando descubrieron esa caverna quinientos años atrás de este día. 
El más anciano de todos, un hombre alto y robusto, pero de protuberante estómago, de rostro redondeado, nariz ancha y tez trigueña, que llevaba el cabello largo y suelto, fue despacio, pacito a pacito, hasta el otro lado de la mesa, se sentó en un sillón construido con troncos naturales, palmeó las manos y el plac-plac hizo que todos
lo miraran y se vayan acomodando alrededor de la mesa. Aunque seguían comiendo y  bebiendo, todos prestaban su atención al anciano mayor.
-          Uf… ¿cómo empezar? Si alguien me quiere ayudar es bienvenido – dijo con
-          cascosa voz el más anciano, y les sonrió.
-          Lo hemos visto, ¿no? ¿Vimos el renacer de los Elementos Primordiales? – habló  una de las ancianas, llevaba el cabello recogido en un rodete y unas gafas sin patillas, también era morocha.
-          Y a mí me parece que sí, Ayelem, ¡ja, ja, ja! – y el más anciano río con fuerza, a lo que los demás se le sumaron, todos reían muy alegres, estaban muy felices.
-          Ah… - echó un suspiro al aire y prosiguió – Bueno compañeros, se preguntarán ¿y ahora, y ahora qué hacemos, cómo siguen las cosas?
Ahora tenían las caras muy serias, el momento de las risas acabó.
-          Bien… como ya todos sabemos, las profecías son sólo una parte de la realidad total, o sea…
-          O sea que lo que vimos puede no ocurrir – terminó diciendo un anciano de rostro largo y nariz afilada y pequeña.
-          Así es – siguió el más anciano -. Pero, si queremos, podemos crear la realidad para que las cosas se den de la mejor manera – y adelantó su tronco a la mesa como abalanzándose y colocó sus codos sobre ella - . Si la profecía se cumple, al menos uno de nosotros debe quedar en pie defendiendo a los Numerosos. De esta manera, si los elementos primordiales despiertan, la Magia Blanca podrá tener chance de ser la vencedera en esta larga guerra. Al menos debemos hacer el intento – y se volvió hacia su respaldo - ¿Cuáles son las últimas noticias, John? – preguntó después.
-          Han capturado a Simplem, la niña superdotada.
Al oírlo, todos, inclusive el más anciano, se taparon el rostro con las arrugadas manos, algunos movían la cabeza de lado a lado, y otros directamente insultaban y maldecían en voz alta.
-          Sí Zilti, es lamentable – prosiguió John - . Las noticias dicen que Óctubeus destruyó toda la comarca, no dejó a nadie en pie, ¡a nada en pie! Y se llevó a la niña de sólo tres meses.
-          ¿Quién te ha dado las noticias?
-          El Elfo, el jovencillo Elfo Marakzamet – oído ese nombre, la mayoría  expresó repulsión, y empezaron a gritar que cómo podía ser, que cómo vamos a confiar en ese Elfo, que eso no es una fuente.
-          ¡Basta, basta! ¡Tranquilidad! – elevó la voz el más anciano, su nombre era Zilti – Está muy bien la fuente, John, se agradece – le dijo haciendo un ademán con la cabeza como una reverencia – Debemos confiar en Marakzamet, es un buen ser, es un buen Elfo, y aunque joven aún, es completamente distinto a su familia, se los aseguro, ¡y que me corten las manos si no! Gracias a él ahora sabemos que Óctubeus capturó a la niña superdotada, a la muestra que la Magia no es algo para algunos. ¡Oh, pobre niñita…! – susurró con tristeza – Oh… ¡ese rapaz me las pagará, no veo la hora de tenerlo frente a mí! Esa niña tiene una gran magia, son impresionantes las capacidades mágicas con que ha nacido. 
-          ¿Y por qué no vamos a rescatarla? – consultó una de las ancianas.
-          Oh no… No, compañera, eso sería cavar nuestra propia tumba. No subestimemos a Óctubeus, no pensemos que se lo vence así como así, es el mago más poderoso.
-          ¡Pero Zilti, usted, usted lo es! – exclamó otro anciano.
-          Mis queridos compañeros, ¡vamos, hay que asumirlo! Yo estoy ya muy viejo, mi cuerpo está ya muy cansado. Creo yo que si elevo mi magia al máximo, mi cuerpo no lo resistirá… Pero para eso están ustedes, alumnos, seguidores, amigos, compañeros – y les sonrió a todos bondadoso – Yo fui el mago más poderoso antes que la vejez extrema me esté pisando los talones, ahora, Óctubeus ocupa ese lugar, ¿y entonces por qué sino el mundo humano está a sus andanzas? Hasta ahora los Avanzados han prevalecido en poder, pero esta profecía que hemos hecho, nosotros, los Magos de la Caverna, me enciende el corazón; esa luz prismática que todo lo llena, esa gran luz que hemos visto… Me dice que hay esperanza – hizo una corta pausa, se puso serio, bebió algo de vino y dijo - . Quién sabe para qué planes nefastos, pero Óctubeus ha cometido un gran error en capturar a esa niña. Esa niña, Simplem, yo la tuve en mis brazos, compañeros, y les afirmo que su magia es blanca como la luz lunar, es, es, es… Magia Blanca como nunca he sentido… Ahora redactemos lo acontecido.
Y Zilti se incorporó con dificultad, caminó muy despacio hasta un cofre muy  grande, y pronunciando palabras en un extraño idioma por lo bajo, lo abrió. Se agachó lento y del cofre sacó una funda aterciopelada, la abrió aflojando el cordel y extrajo un libro. Luego volvió hasta su sillón, se sentó, y abrió el libro hasta encontrar un pergamino liso, sin escritura. Uno de los magos le pasó una pluma y tinta, mojó la pluma y escribió en el pergamino con letra estilizada.
El título era “La Profecía de los Elementos Primordiales”. Y dando pie a que todos comiencen, empezaron a recitar la profecía al unísono, actuando como un organismo, todos decían lo mismo, y el rejunte de voces creó una poderosa y resonante voz. Y al compás del dictado, Zilti agilizó la pluma y escribió en el pergamino.




A. M. 

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